0014; Un adiós temporal.

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0014; Un adiós temporal.

Omniciente.

El rubio no era conciente del rato que llevaba mirando a la castaña que se encontraba mirando el entrenamiento desde las gradas, no fue hasta que alguien llegó a su lado dandole un empujoncito amistoso.

---Ronald, me has asustado ---sonrió llevando su mano derecha hasta la altura del corazón.

---Si te ven te regañaran, ponte a trotar ---respondio dándose la vuelta yéndose.

A regaña dientes asintio empezando a seguirlo, era aburrido debido a que no tenían a quien molestar puesto que Pablo quien era el juguete de todo el equipo se había ido con la selección española.

Al acabar corrió hasta las heladeras en las que tenían botellas con agua natural, todos corrían como locos tratando de llegar primero.

---Hay agua para todos, madre mía ---dijo Robert negando con una sonrisa como si fuese un padre mirando a sus hijos corretear por la casa.

Frenkie miro hacía todas las direcciones posibles esperando que ninguna cámara se encuentre cerca, al confirmarlo se acercó hasta las gradas con la intención de saludar a Mía.

---Mi jugador estrella ---fue lo primero que ella dijo al tenerlo cerca.

---Me pone tan feliz el verte acá ---la abrazo hundiendo su rostro en su cuello, ella sonrió dejando un corto beso en sus mejillas.

---¿Ya acabaste? ---pregunto refiriéndose al entrenamiento, el asintio un par de veces dando un paso atrás.

---Solo debo ir por mis cosas hasta los vestidores, ¿Te llevo a casa?

---Te lo agradecería, está oscureciendo bastante rápido ---dijo enseguida.

---Espérame aquí, ahora vuelvo ---se dió la vuelta empezando a correr en dirección a los vestidores.

Poco tiempo después regreso pero no vio a la castaña por ningún lado, con facilidad se salto la baranda dado que era un entrenamiento a puerta cerrada y los únicos presentes eran los encargados de mantener limpio el lugar.

Camino entre los asientos hasta el final, al ver cómo Mía lo saludaba contenta mientras comía lo que parecía ser algodón de azúcar sonrió.

---¿Quien te ha dado? ---pregunto acomodándose la mochila sobre los hombros.

---Ronald ---se encogió de hombros con una sonrisa inocente.

El rubio miro a su amigo interrogante, no sabía cómo fue que logro traer eso al entrenamiento.

---¿Que? Supe que ella vendría y le he pedido a Lila que lo compre afuera ---respondio el moreno como si estuviera leyendole los pensamientos.

---¿Nos vamos? ---los dos asintieron caminando hasta el estacionamiento, dónde se encontraba el auto de Frenkie.

Al subir el rubio lo puso en marcha, no se detuvo y siguió derecho hasta llegar a la calle donde la castaña vivía.

---Tengo bastantes tareas, necesito preparar una exposición para mañana ---explico una vez más, ellos querían que los acompañará a comer algo.

---Te ayudaremos ---insistió Ronald, el rubio asintio dándole la razón.

---Apuesto a qué no te sabes la tabla del siete ---se burló la chica.

---¿Quien lo hace? A mí no me preguntaron ningún ejercicio matemático para darme trabajo, y hasta automóvil tengo ---presumió obteniendo un suave golpe por parte de su amigo.

---¿Nos vemos luego? ---pregunto bajandose, ellos asintieron rendidos.

---Descansa, nos vemos después ---se despidió Frenkie bajandose del automóvil y dejando un beso en su mejilla.

Al acabar de despedirse entro a la casa, dió un largo suspiro al sentir unas carcajadas provenientes de la cocina.

---¡Te han enviado algo Mía! ---grito Ana con burla, la castaña se extraño pero de igual manera se acercó curiosa.

---¿Quien ha sido? ---pregunto tomando entre sus dedos una nota.

Un bonito ramo de rosas de distintos colores reposaba sobre la mesa, a su lado estaba su abuela quien las olía felizmente.

---Ha sido el canario ---aplaudio la mayor al leer la notita a su lado, Ana agrandó sus ojos dándole un golpesito.

Mía sintió una opresión en su corazón, si esto hubiese sucedido antes es probable que se encontrará saltando de un sitio a otro. Pero esta vez no logro sentir algo más que un fuerte peso, se sentía reutilizable y como una segunda opción para el que alguna vez creyó "su gran amor"

---¿No estás feliz? ---pregunto la menor, ella negó apuñando la nota y lanzandola al basurero.

---No lo estoy, tiralas ---pidio, ni siquiera fue conciente de las palabras que soltó.

---¿Tirarlas? Pero si están preciosas, las voy a poner en agua para dejarlas en la sala ---su abuela se dió la vuelta yendo hasta el grifo, Ana se acercó a ella soltando una risita.

---Esa no es la solución, creí que ya lo habías dejado ir ---dijo recostandose.

---Yo también, pero no es tan fácil... El recién me está prestando atención y mi inútil corazón no puede no emocionarse con eso ---respondio con sinceridad.

---No es inútil, es precioso como tú... Todo se pondrá mejor, tienes dos opciones ---se sentó sobre la barra mirándola atenta---La primera es dejarlo ir, la segunda es mantenerte de pie y si en verdad lo quieres luchar por el.

Mía soltó una risa amarga que hizo la ma menor la mirará confundida.

---¿Luchar por el? Es lo que he estado haciendo desde que soy adolescente, no pienso seguir de pie esta vez, estoy cansada y mis pies empezaron a doler ---nego dándose la vuelta subiendo las escaleras y dejándola ahí.

No quería hacerlo porque sabía que era débil ante el, no estaba dispuesta a sacrificarse una vez más por su instinto necesitado de amor.

Y es que nunca se había sentido tan miserable en su vida, se sentía como cachorro callejero el cual recibe constantes muestras de amor pero ninguna como la que desea.

Su corazón estaba roto y no sanaría de la noche a la mañana, pero estaba muy segura de que tarde o temprano lo haría. Y cuando lo hiciera podría amar otra vez, quería amar a alguien que realmente valiera la pena y no la utilizará por conveniencia o para verse cool y no estar solo.

No sentía que merecía lo que le pasaba, sentía que la vida estaba siendo injusta con ella y sentía que todo su mundo se venía abajo junto con sus esperanzas de pintar un futuro con el, "con el amor de su vida"

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| Es tan fácil tomarle cariño a una persona y tan difícil dejarla ir, no solo de manera romántica.

𝐌𝐈𝐀 ―𝐏𝐄𝐃𝐑𝐈 𝐆𝐎𝐍𝐙𝐀𝐋𝐄𝐙, 𝐅𝐑𝐄𝐍𝐊𝐈𝐄 𝐃𝐄 𝐉𝐎𝐍𝐆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora