Capítulo 7 - Sin ti.

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Tres días. Y no parece tanto, pero de verdad que se me hicieron eternos. Pasaron tres días sin ninguna noticia.

Teo seguía buscando por todas partes hasta que por fin apareció un cuervo muerto en la entrada, señal de Oscuros cerca. Y dejaron una nota.

Traeremosalachicaacambiodellibroylaespada. Sino, estarámuertaen 72 horas. No serálaúltima.

-¡Qué vamos a hacer!

-No podemos darle el libro-susurró Aura. Y era cierto: con esas armas acabarían con todo. Pero era Bea.

-No va a morir-replicó Teo- Iré a por ella. Iré a donde haga falta.

-Yo también-me apresuré a decir. Aunque no fuera de gran ayuda, tenía que encontrar a Ithan antes que ellos. Tenía que saber si era verdad.

-Y yo también-terció Mario, y me rodeó con el brazo. Siempre era así, a mi lado.

-Bueno, bueno- mi padre nos interrumpió- tenemos que hablar de esto antes de tomar una decisión.

-No hay otra decisión-contradijo Teo, al cual por decir eso podrían castigarle. No podías hablarle así a un superior- Hay que analizar la maldita nota y averiguar donde se esconden esos mierdas.

-YA ESTÁ BIEN-le advirtió mi padre, y él asintió- llevaremos la nota al laboratorio y, cuando sepamos algo, iremos a ello. Ahora, cada uno a lo suyo.


Volví a mi habitación, y prometo que sé lo mal que va a sonar que pensaba en él constantemente. Que consumía todos mis pensamientos, y aún sabiendo que yéndose me hacía un gran favor, a mí no me importaba. Prefería un beso suyo que me diera la muerte, a echarle de menos.

Y por otra parte estaba Mario. El chico perfecto. El que haría mi vida más fácil y no me habría engañado nunca como seguramente había hecho Ithan.

Y es verdad: se había ido, no iba a volver. Se había ido.

Algún día acabaría con Mario y lo sabía. Era mi destino y la dirección correcta. Entonces llamó a la puerta.

-¿Estás bien?

Lo miré desde el borde de mi cama y le sonreí.

-Preocupada. ¿Tú?

-Igual-se encogió de hombros y se sentó a mi lado. Yo no me moví- Todo va a salir bien.

-Estoy segura de ello.

-Ya verás-repitió con una sonrisa, y se le achinaron los ojos. Era adorable.

Me miró. Sabía que iba a hacerlo. Sabía que era lo que estaba bien, y que no había otra manera de hacer las cosas bien.

Y me besó y yo no me aparté, aún sabiendo que me moría de ganas porque fuera otro...

Almas Blancas: Los orígenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora