Capítulo 17- Todo a la luz

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( Por cierto, yo escucharía Never too late- Three Days Grace para este capítulo)


Me levanté cómoda, muy tranquila, hasta que noté algo cálido en mi cintura. Una mano.

Ithan.

Nos habíamos quedado dormidos juntos. Si mi padre nos veía así, me partiría la cara.

-¡Eh! ¡Despierta!

Tenía los ojos achinados y los labios hinchados. Era demasiado bonito para ser real. Se asustó un poco (lo habitual cuando gritas a alguien que está dormido) y se acurrucó a mí.

-Oye, eres una bruta. Dame tiempo.

-Vivimos en el mismo sitio que mi padre. Estamos durmiendo juntos. Sabe usar armas.

Se desperezó un poco al escuchar la última frase.

-Cierto, pequeña.

Los muelles de la cama sonaron al levantarse de mi cama, y no pude evitar contemplar su ancha y musculada espalda. Se dio la vuelta, observándome un rato, y yo le sonreí. Estaba pensando algo.

-¿Qué piensas?-pregunté con una sonrisa.

-No, nada.

-No te hagas el misterioso.

-Solo estaba pensando en que... me alegro de haberte encontrado. Y que eres adorable recién levantada- murmuró, poniéndose la camiseta, y yo solo pude bajar la cabeza y sonreír aún más.

-Te quiero.

-Te quiero.

Una vez acordamos no decir "y yo" porque no sonaba tan bonito. Aunque no solíamos decirlo (sobreotodo yo). Y entonces abrieron la puerta con violencia, y aparecieron dos hombres muy corpulentos y altos de uniforme.

-A ti te andábamos buscando, demonio- dijo uno de ellos, y lo agarraron. Él no se resistió, porque sabía que no podría evitarlo. Pero yo me interpuse como una estúpida.

-¡Dejadle en paz! ¡No ha hecho nada, joder! ¡Soltádlo!-empecé a gritar desesperadamente.  Me temblaban las manos, y a él también, pero se mantenía firme y con valor, como siempre. Le agarron los brazos y se los doblaron en la espalda. Sólo me ignoraron.

-Y tú ya tendrás tu castigo, guapa- habló el otro.

Los ojos de Ithan no podían ser más negro.

-A ella la dejáis en paz- gruñó.

Cerraron la puerta y me obligaron a quedarme allí. Fue entonces cuando empecé a llorar en el suelo.

Quería tirarme por la ventana y olvidarme del mundo, pero lamentablemente las Almas Blancas no morían así. Podría tirarme de un rascacielos, y acabaría recuperándome.

Entonces pensé que tal vez debía esperar para tomar esa decisión, a lo mejor todo no estaba perdido. O sí. O a lo mejor era la última vez que le decía te quiero.

Con miedo, bajé las escaleras, y todos estaban reunidos en la mesa en la que hablan de todas sus estupideces. No sabría describir el rostro de todos al verme: no sabría si llamarlo asco, decepción, pena o confusión. Pero lo peor fue la mirada de mi padre.

Odio.

Estaba con uno de "ellos". De lar raza que asesinó a mi madre. Y jamás podría perdonarme.

Todos se quedaron en su asiento y mi padre se levantó. Yo no hice nada cuando su mano me cruzó la mejilla, porque no quería llorar.

-No sé cómo has podido-susurró.

-Yo...

-¿Qué se supone que quieres decir para arreglar esta catástrofe?-me gritó.

-¡Está desintoxicado! ¡No le ha hecho nada a nadie!- dije en el mismo tono.

-Tu madre estaría decepcionada- escupió.

Y eso yo no podía aguantarlo, ya era demasiado.

-¡Pues mátame, ten valor de matarme para que le pregunte! ¡Ella me entendería! ¡NO tienes ni idea de nada, Dios!- conseguí decir entre el llanto, y me iba a ir corriendo, pero me agarró del brazo.

-No vas a irte de rositas después de todo- estaba demasiado tranquilo-. He hablado con el Consejo. No ha cometido ningún delito o asesinato después de todo (que nos conste) pero sabe demasiado. No podemos dejarle ir sin más. Y a ti tampoco- le miré espantada-, no, hija, jamás te haría daño. Aunque no lo creas.

-¿Entonces?

-Pero tienes que tener un castigo.- Miró al resto de la sala, y ninguno tenía el valor de decir nada- Vas a ser tú la que acabe con él.

-JAMÁS.

Busqué a Aura con la mirada. A la que creía mi amiga, desde hace más de ocho años. No se atrevió a mirarme a los ojos, pero me di cuenta con asco de que le habían colgado una medalla. Entonces Mario se levantó despacio, pues, también estaría decepcionado (o dolido) conmigo.

-Si no lo haces tú, su fin será mucho más lento y doloroso. Y estarás presente.

Bajé la cabeza, incapaz de decir nada más.

Pero no iba a dejar que las cosas concluyeran así.


Almas Blancas: Los orígenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora