Capítulo 18- Bebé.

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Me dieron unos mareos increíbles y, de nuevo, ganas de vomitar. Así que fui al baño rápidamente. Con suerte me dio tiempo a levantar la tapa del váter.

No era habitual en mí. Vale que la situación era superior a mí misma, pero algo fallaba en mi interior.

Y entonces me di cuenta.

Llevaba dos semanas de retraso con el periodo. Ni siquiera me lo había planteado, pero al caer en eso, lo supe. Y me entró un miedo terrible, ya que nunca antes había pasado algo así.

No conocía a ningún ángel, y menos Alma Blanca, que hubiera engendrado a un Oscuro, aunque de ser así, no me lo habrían contado.
Ahora tenía un motivo más para mantenerme con vida, para ser fuerte, y debía atenerme a todas las consecuencias que conllevaba todo aquello.

Primero tenía que encontrar a Ithan antes de que supieran que sabía dónde estaba, teníamos que hablar a solas. Apenas quedaba tiempo para pensar, pero a lo mejor a él se le ocurría alguna idea.

Mario. Mario lo sabía.

Fui corriendo por todas las habitaciones, con miedo de encontrarme con mi padre de nuevo, pero sin tiempo para el miedo. Escuché llorar a Aura en su habitación, pero aunque no suene bien, no me sentía mal, ni me daba pena.

En la biblioteca estaba Mario, leyendo libros, concentrado en ello. Lo quería mucho, de verdad. Desde siempre. Y merecía algo mucho mejor que yo.

Me senté a su lado, con vergüenza, y él se giró para mirarme, un poco con la misma sensación que yo, y siguió leyendo. No sabría qué decirme, y yo tampoco.

-Te quiero mucho, aunque no lo creas-susurré- y... sé que me tendrás un asco increíble, pero-

-No te tengo asco-me cortó, y me miró de nuevo-, siento pena. No sabes el daño que te puede llegar a hacer, siento pena de que quieras a alguien con el que no puedes estar, porque sé lo horrible que es eso.

No había nadie más allí, y de repente me sentí totalmente incómoda y culpable. Él me entendía. Tal vez por eso, me ayudaría.

-Por eso, porque me entiendes- le di la mano-, sabes lo que siento. Sabes que necesito saber dónde está.

-No voy a ayudarte a dejarle ir. No entiendes el peligro de todo esto, de verdad.

-Solo quiero despedirme- esta vez, mentí. 

Se lo pensó unos segundos, y bajó la mirada como si se concentrara en su libro. Entonces dijo:

-Con esta llave- me la pasó por debajo de la mesa- abres la puerta número 5, esa que se supone que no sirve para nada. Llega a unas cárceles de emergencia. Creo que es el único allí ahora mismo, anoser que haya guardias. Pero a estas horas, no lo creo. No se ha resistido en ningún momento.

-Gracias por todo. 


Es cortito, pero quería escribir más seguido, aunque sea menos. Me gustaba y ya. Meh. Gracias lectores guapos.


Almas Blancas: Los orígenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora