Capítulo 12

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Siento llevar tanto tiempo sin escribir, prometo ser mas constante. No tenía ánimos para ello pero ya estoy aquí.

Tuvimos que ir a que se tintara de nuevo el pelo, ya que a la mínima sospecharían. Su ausencia de poderes era notoria, ya que, aunque los Oscuros también tenían poderes, eran poco útiles para nosotros. Los Almas Blancas se dedicaban a buscar, los Oscuros a huir.
Después de la escapada de Bea (obviamente no intencionada), las cosas se habían relajado un poco.
No quiero que, al contar mi historia, parezca que Ithan era el centro de ella; era lo mejor, no lo único.
-Lena- Aura me encontró dibujando en mi cuarto, con un moño y un lápiz. La miré desde mi escritorio- dicen los chicos de salir a tomar algo. Arréglate y nos vamos.
-Estoy en diez minutos- respondí; cinco para sombrear finalmente, y otros cinco para peinarme un poco y no dar tanto susto.
Acabé el dibujo de un chico con alas grises, me alisé el pelo rápidamente, apliqué rimmel y me fui.
Llegué a la entrada donde estaban todos, Ithan me dio un beso rápido en los labios y nos fuimos. Llevábamos "un mes" saliendo oficialmente. Sí, al final tenían que saberlo. Mario estaba mal, y yo lo sabía, pero él era tan bueno que se hacía el tonto. Me sabía mal la situación, pero a veces no está en nuestra mano la felicidad de otros, aunque lamentablente seamos responsables de su tristeza.
-¿Habeis pensado alguna vez en el futuro?- preguntó Ithan por el camino, como si fuera algo extraño y rebuscado. Íbamos andando al centro comercial Palacio.
-En el futuro estaré estudiando en la facultad de... Ah, no, que no puedo- solté quejosa.
-No te hará falta-intervino Mario mirando al frente-, te casarás, aprenderas todo lo que el Sr Márat debe enseñarte y tendrás el poder. Simplemente.
-Esa es la cuestión- repliqué yo-, no tendría por qué ser así. No tendría por qué casarme, tener el trabajo que me corresponde, tener hijos, jubilarme y morirme. Nuestra esperanza de vida es de 100 años mortales. No quiero pasar 100 años de mierda- me estaba desahogando demasiado. Al fin dejé de sincerarme, y todos me estaban mirando. No soy una persona, ni he sido nunca, que exteriorice sus sentimientos.
-Bueno, no es para ponerse así- Bea me miraba como quien no entiende. Supongo que realmente no lo entendía.
-Yo ya sé cuál es mi futuro- Teo solo miraba a Bea, como si solo estuviera ella.
-Yo trabajaré aquí, si no me trasladan a otro sitio- Aura estaba muy tranquila- realmente no me importa el lugar. No hay mucho que perder.

Estabamos llegando, y ya no hablábamos del futuro, ni de nada que nos preocupara.
-En serio, hablas demasiado- me quejé de Ithan. Ahora que se había soltado con nosotros, el chico misterioso que me había atraído al principio no callaba ni debajo del agua. De verdad.
-Puedo hablar con cualquiera de cualquier cosa- admitió, y sonrió. Su sonrisa me volvía loca- Mira, una hoja.- dijo señalándola en el suelo.
-¡Eso no es un tema de conversación!
-¿Ves? Me has respondido. Ya estamos hablando- se me quedó mirando y su sonrisa se amplió.
Un chico pelirrojo tocaba la guitarra en frente del centro comercial, y lo hacía muy bien. Físicamente me recordaba mucho a Ed Sheeran, pero en plena adolescencia, más delgado.
-Voy a acercarme a darle algo- les avisé.
-No le des tema de conversación.-dijo Ithan de broma. Supongo.
-Tranquilo, no diré nada sobre hojas- respondí con una sonrisa. Rió.

Nos sentamos en una cafetería en la que vendían unos crepes buenísimos, y me sentí demasiado bien para decir nada.
Teo y Bea entrelazaron sus manos.
-Queríamos deciros algo-empezó Teo- que es muy importante para nosotros.
-¿Está embarazada?
-¡No!-dijo ella rápidamente- Nos vamos a casar. El año que viene.
-¿Tan pronto?-preguntó Aura, y pensé yo.
-Nos conocemos desde los ocho años- recordó Teo- Creo que en once años, sé si quiero casarme con ella.
Yo pensaba que, en parte sí, y en parte no. No eramos los de aquel entonces, no nos conociamos totalmente. Pero si me preguntaran si quiero casarme con Ithan, tal vez no lo vería tan descabellado.
-Me alegro mucho, chicos- murmuró Mario con una pequeña sonrisa, y todos nos alegramos por ellos, porque les fuera bien.

Ithan abrió la puerta de mi habitación pasada la medianoche, sin llamar y sin permiso. Yo ya estaba en la cama, y él conmigo a los pocos segundos. Nos besamos, nos besamos, durante no sé cuánto tiempo, y cuando mis manos llegaron al borde de su camiseta, se frenó un poco.
-En realidad venía a hablar contigo de algo- susurró en mi boca, pero yo no tenía ni unas pocas ganas de hablar en ese momento- Dios, me desconcentras.
-Dime que es algo importante o te mataré- susurré yo también sin alejarme de él. Eso era caso imposible.
-Te he escuchado hoy, eso del futuro, y de tu vida. No tienes que vivir así.
-¿Qué otra cosa iba a hacer?
-Escaparte. Escápate conmigo, Lena.
Y lo pensé como algo real. Y me lo planteé realmente por primera vez. Tal vez no había otra manera. Tal vez era un error fatal y absoluto.
-Podríamos-dije al fin.
Él me miró sonriendo, me dio un beso en la mejilla y me envolvió en sus brazos.
-Podríamos-repitió él.

Almas Blancas: Los orígenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora