Capítulo 9 - El rescate

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La leí unas mil veces antes de decidirme a quemarla. Quise aprendermela de memoria, igual que me había aprendido su cara: su mandíbula marcada, sus pómulos altos, sus ojos azules...

Y al fin llegamos a los Pirineos: sí, no había otro sitio mas rebuscado. Noté la bajada de las temperaturas al momento y Mario me pasó una chaqueta. Le sonreí y salimos a la aventura.

-¿Estás seguro de que es por aquí?
Marina ya estaba fastidiando a Esteban, que llevaba el rastreador en la mano. Era como un GPS de la época, pero para Oscuros.
-Claro que lo estoy. Aparta esa melena de león de mi cara- el viento hacia volar el pelo rubio de Marina, que estaba muy cerca de él, y se adelantó enfadada.
-Parecéis adolescentes atontados-se quejó Aura, a la que ambos sacaban once años. Era como el mundo al revés.
Me reí ante la situación cuando me fijé en Teo: estaba triste, aunque un poco menos nervioso que antes. Las ojeras oscuras bajo sus ojos, del color de su pelo, confirmaban que no había dormido bien tampoco aquella noche.
-Teo-dije, y levantó la mirada hacia mí. Sus ojos eran grises, y me recordaba un poco a los azules de Ithan-, sé que no ayuda mucho, pero sé que está bien. Créeme.
-No puedo evitar pensar en lo frágil que está en esta situación.
-Lo sé.

Después de ver muchas montañas y valles me perdí totalmente, pero por suerte, no era cosa mía estar al tanto. Yo nunca sería líder y no era algo que fuera para mí.
Un pitido me hizo perder el hilo de mis pensamientos y todos centramos la mirada en Esteban.
-Es allí-señaló hacia la izquierda y todos nos paramos.
- A ver- Marina se puso seria por una vez- repasemos lo que hacer: vamos despacio rodeando la cueva, con los líquidos de invisibilidad. Mario, tú te encargas de dormir a los guardias si los hay- él asintió con la cabeza-, Teo, Esteban, y los siete que asignamos anteriormente que sois más fuertes, encargáos de luchar. Aura y Lena debéis hacer lo más importante: coger a Bea y llevadla fuera.
Aura y yo asentimos a la vez, pero yo estaba nerviosa y muerta de miedo por dentro.

Nos echamos un líquido que nos proporciona invisivilidad a los ángeles, pero que olía a hospital, y entramos a la cueva.
Por suerte nuestra vista es muy aguda y no había problema. Teo y el resto de chicos (y chicas) más fuertes le pegaron una paliza a cuatro guardias, y desde ese momento Aura y yo, que eramos las que corrían más rápido, nos fuimos lo más rápido posible dejando al resto.
«Giremos a la izquierda» me dijo mentalmente «He oído un grito por allí».

Estuve mirando por todas partes, y ni rastro de Ithan en ninguno de aquellos demonios, y eso que era fácil verle, ya que llegaba al metro noventa.
Nos hicimos visibles.
-Hay muchos-susurré- pero la veo a través de algo. Está atada...
-Sube-me agarró hacia arriba y quedamos sobre el techo cuando el resto de nosotros se adentró a la lucha. Corrimos entre la multitud y llegamos al final de un pasillo que acababa en una pared de hierro: necesitábamos contraseña.
-¡Mierda!- grité enfadada. Era imposible saber la contraseña, y podía verla a través de la pared atada de pies y manos.
Me puse a pensar nerviosa, nos quedaba poco tiempo. Era una pantalla, no eran letras ni números.
Entonces recordé algo.
-Creo que sé lo que es-dije antes de que Aura hiciera nada.
Dibujé el símbolo que Ithan tenía dibujado en la espalda, entre los omoplatos: una luna decreciente bajo una linea. Él me explicó una vez que representaba el poder del Submundo.
La pared de hierro se abrió de lado a lado.
-¿Cómo...?
-No hay tiempo, corre.

Almas Blancas: Los orígenes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora