Capítulo Veintiseis.

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Dos semanas después...

 

Moviendose inquieto en su asiento, Sungie traqueteó sus dedos sobre la mesa de limpio marmol frente a él mientras miraba alrededor con aburrimiento. A su alrededor, los demás alumnos parecian jodidamente interesados en lo que sea que el profesor había dejado como lectura de tarea, su la mirada fija que mantenian en el libro abierto frente a ellos decía

algo. Por su parte, no había escuchado ni siquiera la mitad de lo que había dicho el hombre regordete de cabeza calva, su atención había estado demasiado centrada en la forma en que su cabeza sin pelo brillaba bajo las luces del salón.

Acomodando sus lentes, le dio una mirada al libro abierto, como si este repentinamente se fuese a tornar interesante antes de rendirse en su intento de siquiera intentarlo. Le pediría los apuntes a Felix luego, esa era la forma en que pasaba de curso en su escuela anterior, así que suponía que funcionaría también en el colegio de niños ricos donde su padre los había anotado.

Por su parte, ya se había aburrido de estar sentado. Aprovechando la falta de profesor en el aula, se deslizó fuera de su banco y se dirigió a la puerta. Nadie le dedicó una segunda mirada mientras salia al pasillo, como si fuese algo totalmente normal, por lo que supuso que la mayoría pensaba que se había tomado un receso para ir al baño.

Habían empezado a asistir a este colegio hacia una semana y como estaba acostumbrado, más allá de su hermano, no tenía ningún amigo. No era una persona sociable, no porque le fuese imposible ser amistoso, si quería podía serlo, era solo que no le interesaba para nada. Felix, por su parte, había entablado amistad con un grupo de chicas, algo usual en él, era demasiado niña a veces y aunque le gustaba espolearlo con eso, a Sungie realmente le alegraba que pudiese hacer amigos que lo entendieran.

Sungie se consideraba un lobo solitario. Un lobo que tenia que dejar de ver tanta televisión, porque sus pensamientos comenzaban a tornarse extraños.

Arrastrando los pies por el pasillo, observó los cuadros colgados en las altas paredes pintadas de un suave tono beige. El suelo bajo sus pies parecia hecho de algún tipo de marmol gris, al igual que los bancos contra las paredes que salpicaban los espacios cada cierto tiempo. Había un par de ventanas más adelantes, estas no concordaban demasiado con el resto del edificio, ya que eran bastante modernas y contrastaban con el ambiente antiguo del resto del lugar, pero dado que el lugar había sido restaurado para hacer funcionar la escuela allí, supuso que tenía sentido que hubiesen cosas nuevas también.

Mientras avanzaba, se imaginó a sus padres, como los había visto en aquella fotografia que había tomado de las cosas de Minho, vistiendo el mismo uniforme que el llevaba y caminando por aquellos pasillos. Le era dificil crear una imagen de ellos, pero suponia que seguramente había sido divertido ir al colegio todos juntos, con sus tíos.

Sus padres habían avanzado bastante en su relación durante las dos últimas semanas desde su primer cita. El que su papá Christopher  se pegase a su otro padre talvez tenía que ver, Sungie aun no comprendía como nadie se había dado cuenta de que algo estaba pasando. ¿Acaso los Bang  eran tontos para no investigar donde se metía su hijo durante el día? Teniendo en cuenta el tiempo que pasaba a su alrededor, él estaba yendo a su trabajo por solo unas pocas horas.

¿Nadie se daba cuenta de que eso era extraño?

De igual manera, no era como si le interesara, en realidad, era una ventaja, ya que podía pasar tiempo con su padre sin interrupciones. Aun cuando no se llevaran totalmente bien, tenían una relación bastante llevadera.

Tu Mirada en Mi - Minchan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora