Capítulo Cuarenta Y Uno.

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—No voy a disculparme, papi.

Pisando el freno suavemente, Minho detuvo el vehiculo con delicadeza donde el semaforo establecia antes de mirar hacia el asiento del pasajero. Lo que vió allí le produjo dolor fisico, de ese que te duele aunque no estes herido en realidad, una sensación que solo un padre es capaz de sentir a través de sus hijos.

No quería estar enojado, estaba intentando duro no llegar a ese punto, pero su hijo no estaba haciendolo nada fácil. Sungie era tan terco que había veces en que solo quería permtirle darse contra la pared, solo para ver si eso lograba enseñarle algo. Pero como padre responsable, era su deber detenerlo antes de que resultase herido, sin importar lo mucho que eso fastidiara a su pequeño.

Encontrandose con esos ojos tan similares a los suyos, le dedicó una dura mirada—. Te disculparas.

—¡No lo haré! —el ceño fruncido fue seguido por una mueca cuando el corte en su ceja izquierda pareció hacerse notar ante el movimiento. Su voz bajo, pero la determinación seguía allí—. No puedes obligarme a disculparme si no deseo hacerlo.

—Golpeaste a tres de tus compañeros de clase, Jisung —le recordó—. ¡Noqueaste a uno de ellos!

—Fue un buen golpe, ¿que culpa tengo yo de que fuese tan fácil de derribar?

—¡Jisung!

—Estoy diciendo la verdad, ni siquiera los golpee tan fuerte. —bufó—. Ellos son un grupo de debiluchos.

—Rompiste la nariz de uno de ellos —puso el auto nuevamente en marcha cuando la luz cambió—. Y espero, por tu bien, que solo haya sido una torcedura y no hayas, en realidad, quebrado la muñeca de ese niño.

—¿Por qué sigues culpandome a mi de todo? —se quejó—. Se creería que por ser mi padre, me defenderías en un caso así.

—Tu no tienes defensa.

—Dame un respiro, ¿quieres? —pidió—. ¿Tan mal me he comportado que ni siquiera tengo derecho a defenderme?

Viendo la coherencia de las palabras del menor, Minho empujó su enojo a un lado y suspiró—. Tienes razón, no debí aleccionarte sin pedirte primero una explicación.

—Gracias.

Asintió, mirando la carretera—. ¿Quién lanzó el primer golpe?

—Yo.

—¡Jisung!

—Espera —levantó sus manos—. Yo lancé el primer puñetazo, pero ellos fueron quienes abrieron sus bocotas primero.

¿Porque cargo yo con la culpa de que ellos no sepan mantener la mierda que sale de sus bocas lejos de mis oidos?

—Cuida el lenguaje.

—Lo siento.

Tomando aire, le arrojó una mirada—. ¿Por qué lo hiciste, Sungie? Te pedí expresamente que te comportaras de la mejor manera posible en el colegio, ni siquiera te estoy pidiendo que tengas notas excelentes, solo quiero que pases al siguiente grado sin incidentes. ¿Por qué te empeñas así en llevarme la contraria?

—¿Acaso me estas escuchando?

Estacionando frente al edificio de apartamentos, le lanzó una mirada mortal—. Cuida el tono en el que me hablas, soy tu padre, no uno de tus compañeros de colegio.

Podía ver la lucha en esos ojitos brillantes. Su hijo quería pelear, le gustaba poder defender sus pensamientos, pero Minho también sabía que lo respetaba demasiado como para ser mal educado con él. Las dos partes estaban luchando en su interior y su pequeño tenía problemas para dejarse guiar por una.

Tu Mirada en Mi - Minchan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora