Cap 20. ¿A quien realmente quieres?

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Natasha.

Son las 6: 25 de la mañana, decidí salir a correr por el bosque y he estado corriendo por ya un rato.

En realidad es muy relajante, tengo mi música a un volumen moderado para poder escuchar al rededor, en las mañanas es mucho más fresco que durante el día y el silencio junto la soledad me dan tiempo de pensar en todo lo qué pasó.

Wanda.

Esa chica me trae en un torbellino de sentimientos y sensaciones que no puedo explicar, algunas veces quiero arrancarle la cabeza y otras solo quiero arrancarle...

Un escalofrío recorre mi cuerpo ante la memoria de ese maldito día en la cabaña. Deje que Wanda me tocara, se lo pedí, ella me preguntó varias veces y le dije que si y... no me arrepiento del todo.

He estado planteándome la pregunta en mi cabeza constantemente ¿A quien realmente quiero? Steve es tan dulce, sensible, pero no me genera los mismos sentimientos que ella, no me genera esa necesidad de tener su mirada en mi todo el tiempo, o de tenerlo cerca hasta que nuestras respiraciones se hagan una.

Se que lo amo, pero por algún motivo ella no deja de aparecer en mi cabeza.

Sigo corriendo de vuelta al campamento aún con las preguntas en mi cabeza cuando escucho una rama crujir detrás de mi. Rápidamente volteo pero para mi sorpresa, no hay nadie.

Lentamente y mirando a mi alrededor alerta comienzo a continuar caminando hasta que un destello de pelo negro pasa rápidamente por mi lado izquierdo.

—Oh por los dioses, por favor no un oso—. Susurro para mi sintiendo el miedo en la nuca y mi corazón acelerarse. Comienzo a retroceder lentamente, con los ojos moviéndose rápido en diferentes direcciones para estar atenta.

¿Cuales eras las reglas de los tres osos? Pardo: quédate quieto, polar: estás muerto y oso negro... oso negro

¡Carajo!— grito intentado sujetarme de algo para no caer, lo cual no sirve de nada pues termino de caer ante de siquiera alcanzar el árbol.

Nuevamente escucho las ramas y hojas moverse y quebrase cuando la cosa pasa corriendo por allí.

No se si correr porque no quiero llamar la atención de la criatura, pero no quiero quedarme aquí a averiguar qué es y si me quiere arrancar la cabeza.

Miau.

Un gesto confundido se apodera de mi rostro y me hinco mientras sacudo la tierra de mis rodillas cuando lo vuelvo a escuchar:

Miau.

Finalmente me pongo de pie con cautela y camino hasta el maullido proveniente detrás de esas rocas y árboles grandes, cuando asomo la cabeza, unos redondos ojos amarillos miran profundamente directo a mis verdes.

—Dioses, creí que eras algo... más aterrador—. Suspiro pasando la mano por mi frente.

No es un cachorro pero tampoco es muy grande, tal vez su madre le pasó algo y está solo... o sola.

Miro al gato lamerse la pierna para después dar la vuelta, acomodando mis audífonos de nuevo en mis oídos y así poder seguir.

Miau miau—. Giro solamente la cabeza encontrándome con el pequeño gato, observándome sentado sobre una roca y con la punta de la cola moviéndose.

—¿Que? Ya no tengo mas agua—. Digo ahora volteando mi cuerpo por completo. El gato negro vuelve a maullar, sentado en esa posición tan elegante sobre la roca.

¿Soy yo o me mira con superioridad?

Decido ignorarlo y volver al campamento, así que tomo mi celular y le presiono la canción, solo para encontrarme con el sonido de uno de mis audífonos entrecortados y del otro completamente muerto.

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