Wanda.
No veo nada.
Mi cabeza me está dando vueltas.
¿Donde carajos estoy?
Mis ojos se abren y cierran sin control alguno, siento el estómago a punto de explotar así como a mi oídos que con cualquier sonido "fuerte" es como si taladraran mi cráneo.
—Estas despierta, bien—. Escucho a la lejanía sin poder reconocer bien la voz, de pronto, una increíblemente fuerte luz deslumbra mis ojos, dejándome ciega por un par de segundos.
—Joder—. Gruño enterrando la cabeza en lo que supongo es una almohada.
Mmm huele bien. Es una mezcla entre vainilla y...
Me levanto de golpe, haciendo que todo mi mundo de vueltas cuando la figura parada frente la ventana comienza a tomar forma mientras más me concentro.
—¿En dónde estamos, Romanoff?— pregunto al fin encontrando esos ojos verdes cuál pasto en primavera, radiantes.
Por los dioses, Maximoff. Ni porque te acaba de romper el corazón puedes dejar de verla así.
—En un hotel—. Responde sentándose a los pies de la cama, con el cuerpo de lado para facilitarme el tomar la botella de agua que me ofrece.
—¿Porque?— insisto ahora tomando su mano el pequeño bote de pastillas, poniendo una en mi boca y dándole un largo trago a la botella. Joder no había notado lo seca que está mi boca.
—Porque no podía tenerte en el campamento en ese estado—. Natasha me mira con un fuego enojado en sus ojos.
Los recuerdos de ayer por la noche comienzan a golpear mi cerebro en un parpadeo. El sonido de los grillos mezclados con los "clings" de las botellas chocando entre ellas, unos zapatos Nike blancos justo delante de mi ojos y voces que ahora logro distinguir como la de mi hermano y Natasha sonaban amortiguadas.
—Carajo— murmuro acariciando mi cien.
—Pietro sabe que estás aquí, pero creo que sería bueno si lo llamas—. Dice con algo de enfado aún en su voz, sacando de mi mochila mi celular
—Le dije que llame con el teléfono del campamento al rededor de las...— revisa el celular en su muñeca con la ceja encarada.
—Justo ahora—. Ríe lanzándome el celular cuando comenzó a sonar.—¿Piet?— pregunto contestando a la llamada.
No voy a mentir, tengo miedo y estoy segura que se puede escuchar en mi voz. Pietro suele ser sobre protector conmigo, aveces actúa como un padre psicópata.
—Wanda—. Dice con voz severa. La puta madre, está molesto conmigo.
—Escucha, todo lo que pas-
—Eso no importa ahora, solo quiero asegurarme de que estés bien—. Lo escucho respirar profundamente desde el otro lado la línea y suelto un suspiro por mi cuenta. Puedo imaginarme la expresión en su rostro por completo, cejas arqueadas, ojos cerrados y la boca en una línea fina con los bordes para abajo.
—Lo estoy—. Respondo.
—Natasha me dijo todo; dónde están, cómo estás y cuando volverán—. Pietro dice, pero al querer continuar es interrumpido por algo.
—Tengo que irme, les diré a los demás que estás bien. Te amo—. Y de la misma manera veloz en la que llamó, cuelga el teléfono, dejándome con el sonido de la otra línea muerta antes de poder responder a sus palabras.—¿Está enfadado?— pregunta Natasha tambaleándose en las dos patas traseras de la silla, con los pies cruzados y sobre la fea mesa de la habitación, sin dejar de lado la sonrisa divertida que se percibe a través de cada mordida que le da a su manzana.

ESTÁS LEYENDO
Camp WildFire
Fiksi Penggemar-Ya sabes lo que dicen. Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca.- la miro de pies a cabeza con una clara expresión de fastidio. -¿Que tan cerca estamos hablando?- pregunta la castaña con una estúpida sonrisa presumida en su rostro. Tom...