—Ya va siendo hora de que tengas citas otra vez.
Rodé los ojos ignorando ese comentario.
Acababa de terminar la clase y Jess ya estaba con el mismo tema de siempre. Llevaba días dándome la lata para que volviera a salir con chicos, pero no quería hacerlo. Hacía unos meses que ya no estaba en una relación, y la verdad, no estaba interesada en volver a quedar con tíos; al menos no en ese momento.
Sabía que seguía parloteando sin parar y me estaba poniendo de los nervios. Metí las cosas en mi mochila con más fuerza de la necesaria. ¿Por qué tenía que meterse siempre en mi vida? La última vez que intentó emparejarme la cosa salió muy mal; aunque ella eso no lo sabía.
La ignoré conscientemente evitando sus ojos azules mientras nos levantábamos de nuestros pupitres, eran demasiado penetrantes cuando creía que tenía la razón. Jess era una de mis mejores amigas, nos conocimos el primer día en clase de español, ella no se enteraba de nada y me adoptó como nueva mejor amiga en el momento en el que me ofrecí a ayudarla. Pero a veces, como en ese momento, era odiosa y tenía que reprimir mis instintos asesinos para que se callara de una puñetera vez.
—¿Acaso me estás escuchando? —replicó mientras salíamos de nuestra última clase de la semana.
—Ajá —contesté con el piloto automático observando a los estudiantes ir y venir de un lado a otro. Esquivé a un chico por los pelos. La gente iba como loca y eso que acababa de empezar el semestre.
—¡Noa!
—¿Qué? —gruñí.
—¡Maldita sea! Te estaba diciendo que podría buscarte a alguien para una cita. Hay muchos chicos que les interesaría salir contigo. Eres guapa, simpática y divertida.
Resoplé.
Vi por el rabillo del ojo cómo se recogía el pelo en una coleta alta con uno de esos coleteros grandes de tela que llevaba siempre en la muñeca y que combinaban tan bien con su ropa. Tenía envidia de su pelo, lacio y de color caoba natural, yo siempre lo había querido de ese tono pero nunca me había atrevido a teñirme por miedo a que no me gustara el resultado y a diferencia del suyo el mío se encrespaba con facilidad, aunque no podía quejarme de mis ondas, era lo que más me gustaba.
Jess me dio un empujón al darse cuenta que no le estaba haciendo caso, la fulminé con la mirada.
—Te he dicho que no quiero salir con nadie. ¿Es que nunca te das por vencida?
—Pff, como si no me conocieras.
Gruñí en respuesta. Tenía razón, aunque mi amiga tenía su rostro lleno de pecas inocentes que la hacían adorable, en el fondo era una chica de carácter fuerte y más testaruda que una mula.
—En serio Jess, déjame en paz.
—Vamos Noa, podría preguntar a algunos de los amigos de Alex, seguro que...
—¡No! —Frené en seco de brazos cruzados haciendo que una chica casi se tropezara conmigo, pero yo, ignorando su insulto por parar en medio del pasillo, fulminé con la mirada a una de mis mejores amigas, aunque ella ni siquiera se inmutó—. ¿Vas en serio? Ni se te ocurra preguntarle a ninguno de ellos.
¿Para qué iba a preguntarle a algún amigo de Alex que saliera conmigo si yo no quería tener ninguna cita? Alex Anderson era el novio de Jess desde el curso pasado. Un cachas rubio con pintas de surfista que no tenía ni idea qué pintaba en una universidad en medio de Virginia Occidental; le pegaba mucho más estudiar en la UCLA por ejemplo, cerca del mar de Los Ángeles. De todas formas, que yo supiera, todos los amigos de Alex eran unos mujeriegos que buscaban sexo por una noche, y Jess sabía de sobra que ese no era mi estilo. ¿Por qué insistía tanto?
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No me llames amor (Serie «Solo tú I»)
RomanceNoa Johnson no quiere saber nada de los chicos después de lo que le pasó en su anterior año de universidad, pero un nuevo curso ha empezado y su amiga lo acabará emparejando en una cita a ciegas con el tío más sexy, encantador y mujeriego de todo el...