El fin de semana había pasado demasiado rápido. El lunes me desperté antes de que sonara el despertador y me obligué a levantarme para salir a correr antes de ir a clase. Me puse unas mayas negras, un top con una sudadera abierta encima y mis converse negras desgastadas que solo las usaba para correr. Tenía un armario lleno de converse de todos los colores, o casi. Eran los únicos zapatos que me gustaban y me ponía.
Empecé a correr en primero de carrera porque el dinero no me daba para apuntarme a ningún deporte ni al gimnasio, y a pesar de que al principio lo odiaba, había aprendido a cogerle cariño y aprecio, me daba una sensación de libertad que nada más conseguía dármela. Hubo unos meses, mientras salía con Ryan, que no fui capaz de levantarme para salir a correr, mi vida se convirtió en un infierno y prácticamente no dormía por las noches así que era incapaz de madrugar, me convertí en un zombi queriendo únicamente esconderme todas las mañanas bajo las sábanas.
Seguíamos en septiembre, y aunque la brisa del otoño empezaba a notarse, sobre todo a primera hora de la mañana, todavía hacía buena temperatura para no usar abrigo. Mientras corría sentía que mi nariz estaba congelada a pesar de que todo mi cuerpo estuviera caliente y sudado. Después de un buen rato, ralenticé la carrera. El campus estaba prácticamente desierto a estas horas de la mañana, pero el Coffe Place estaba abierto así que no dudé en acercarme para pedirme un café para llevar y tomármelo mientras volvía paseando hacia mi residencia.
Emily ya se había ido a clase, así que me duché con mucha rapidez. Me sequé el pelo rápidamente hasta que el color castaño oscuro cambió por un castaño claro y volví a mirarme satisfecha con el resultado final. Hacía tiempo que no me ponía los pantalones rayados blancos y negros, los conjunté con mi camiseta blanca de Friends y mis converse blancas. Estaba satisfecha con el resultado, aunque mis ojos verdes seguían algo apagados, volver a la universidad me había traído más recuerdos de los que hubiera querido. Sentí que todavía no había olvidado, pero sabía que lo acabaría consiguiendo. Ahora estaba a salvo en mi nuevo apartamento así que él no podrá localizarme.
-Buenos días -me dijo Jess dejándose caer a mi lado en clase.
-Buenos días. Pareces agotada.
-Me he pasado el fin de semana con Alex, así que extrae tus propias conclusiones.
-Vaya, que os habéis encerrado en la habitación follando como conejos.
-Buenas conclusiones.
Me reí entre dientes negando con la cabeza.
Si algo quería algún día era sentir la clase de pasión que tenían esos dos el uno por el otro. Al principio Alex no me había gustado para ella, era conocido por uno de los mayores mujeriegos del campus, futbolista y popular, pero poco a poco fui viendo que estaba enamorado hasta las trancas.
El profesor entró cortando el hilo de mis pensamientos. La clase fue bastante aburrida, como todas. Odiaba estudiar, prefería mil veces trabajar, pero mi madre insistía en que disfrutara de esta época porque una vez se terminara lo único que haría sería trabajar. Pero estaría ganando dinero, así que yo solo veía los pros. Sobre todo en ese momento en el que el Sr. Royers nos estaba mandando una nueva tarea, y eso que aún no habíamos expuesto la que nos mandó la semana anterior.
-Es para el jueves, lo haréis en parejas. Trabajo de 10 páginas mínimo, con bibliografía bien puesta al final del trabajo excluida de esas 10 páginas.
-¡Oh genial! -gemí frustrada-. Otro trabajo. ¿Has hecho el otro?
-Solo lo he empezado, yo sí disfruto de la vida, no como otras.
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No me llames amor (Serie «Solo tú I»)
RomanceNoa Johnson no quiere saber nada de los chicos después de lo que le pasó en su anterior año de universidad, pero un nuevo curso ha empezado y su amiga lo acabará emparejando en una cita a ciegas con el tío más sexy, encantador y mujeriego de todo el...