Kageyama está de viaje con la selección japonesa en Brasil y-por perder una apuesta tonta-tiene que acudir a una academia de baile para intentar aprender el baile tipico de este país si no quiere tener un castigo peor por parte de sus compañeros de...
Para los pocos que leyeron el capítulo: "Beso" olvídense de el, era un borrador sobre un capítulo que no tenía pensado publicar. Así que este capítulo no tendrá nada que ver, siento el despiste.
Ahora si, sigamos.
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El despertador sonó y yo solo alcancé a tirarlo de la mesilla, para ver si su interminable sonido cesaba, pero no, no cesó, todo lo contrario, siguió durante varios minutos. Después de hartarme de oír siempre el mismo sonido, me levanté y revisé que no lo hubiera roto, lo tenía desde hace tiempo, y por mucho que odie su sonido, le tengo cierto aprecio.
Cuando lo apagué caí en la tentación de volver a tumbarme. Mi cama es tan suave, tan confortable... no me apetece ir a trabajar.
En realidad, ¿A quien en su sano juicio le justa madrugar para ir a trabajar? Exacto, a nadie.
Muy perezosamente fui al baño para lavarme la cara, hacer mis necesidades, esas cosas.
Cuando me fui a echar la crema que siempre uso para reparar un poco la piel de los rayos del sol, me di cuenta que tenía ojeras, y no es que fuera nada malo, pero mi piel es más tirando a blanca, y las ojeras son más tirando a... ¿Negro? No se qué color es exactamente, hacen contraste y eso conlleva a que se noten mucho más.
Voy a ganarme las típicas preguntas de: "¿Has dormido bien?" O "¿Pasa algo?" Y no es que haya dormido mal, tampoco me siento descansado del todo, pero si pude dormir algo.
Suspiré porque no me quedaba maquillaje para taparlas. Que remedio, tocará ir así.
Una vez hice casi todo lo que tenía que hacer en el baño— me quedaba lavarme los dientes— preparé el desayuno. Algo sencillo, unas tostadas con algo de zumo de naranja, lo suficiente para aguantar las clases. De todas formas llevaré comida para comer entre horas.
Ahora si, me fui a lavar los dientes, y a vestirme para bailar. Antes que nada miré el tiempo, cuántos grados iba a hacer; de mínima veinte y de máxima treinta.
Grité internamente, ¿Por qué tanto calor? Hombre, es obvio que haga calor, estoy en Brasil, ¿Qué esperaba que hiciera? ¿Frío?
Sabiendo el clima que iba a hacer me puse una camiseta de tirantes blanca con unos pantalones cortos deportivos, también llevé una gorra y unas gafas para que el sol no me afectara en exceso. Aproveché para ponerme crema solar.
Luego tocaba preparar mi mochila. Fácil. Llevaría comida, agua, mucha agua, no quería que me diera una insolación, la crema solar por si acaso necesitaba más o alguien necesitaba, que suele pasar, mi cartera, por supuesto, y por último, mi portátil para poner las canciones, el altavoz lo aportan ellos. Doy gracias a Dios que ésta mochila es espaciosa. Lo malo de llevar el portátil donde el agua es que se puede mojar si la botella no se cierra bien, por eso me aseguro hasta tres veces que no cae el agua.