La serpiente que no temía quemarse

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Había palabras que decir, cosas que aclarar, Theo lo sabía, Eda lo sabía, en este punto, ambos iban a tomar caminos separados en la batalla contra la bestia, Theo seguiría sus propios intereses mientras que Eda intentaría volver a reconectar con su familia, no con la manada de Scott, no con la manada de Theo, sino con su propia manada, su núcleo, su esencia, con los Argent, donde siempre ha pertenecido y era hora de tomar su lugar.

Pero, a pesar de que tenían tanto que decirse el uno al otro, en ese momento, las palabras sobraban, caminaron, no con lentitud, sino con rapidez a los brazos del otro, no importaba nada en ese momento, lo único que los dos querían era sentirse cerca, aunque sea una ultima vez antes de que todo termine por desatarse.

Theo sintió como todo el estrés y la tensión de su cuerpo desaparecía, se esfumaba en el viento al sentir los brazos de Eda rodear su torso, inhalar su perfume, dejarse llevar en un viaje por el olor de su amada elemental, de su fuego, de la chica por la cual no dudaría en quemarse en el infierno de su mirada, en la hoguera de su alma y en el abrasador mundo de su ser.

Eda alzo la mirada, juntando sus ojos color cielos con los ojos de serpiente que la observaban como si fuera lo más hermoso del mundo, como si fuera la única chica que habitaba en la tierra, esos ojos que odiaba, esos ojos que despreciaba y desconfiaba, ahora, era todo lo que necesitaba para sentir que ella era merecedora de todo lo que quisiera en la vida.

Y una vez que empezaron, no hubo marcha atrás, si tuvieran que decir quien empezó el beso, no hubieran podido conseguir a un culpable, porque ambos estaban tan anhelantemente desesperados el uno por el otro, que cuando sus miradas se conectaron, fue imposible seguir resistiéndose un segundo más.

Sus besos eran el néctar que los alimentaba, sus labios, eran el dulce algodón que necesitaban para saciar el hambre de azúcar, sus cuerpos se frotaban con el otro, buscándolo, deseándolo. El corazón latiéndoles a un ritmo insano, Theo delineaba la figura de Eda con sus manos, de arriba abajo, arrancándole ronroneos de placer a la pelirroja, pequeños sonidos que se callaban bajo el dominio de sus labios y el control de su lengua.

Era un cuarto lleno de dinamita que estaba a punto de explotar, Eda se separó un poco de Theo y lo empujo del pecho para hacer que se siente en el borde de la cama, la chica, con la mirada oscurecida por la pasión, sonrió mientras se mordía levemente el labio inferior y observaba a Theo, su respiración agitada, sus ojos de serpiente llenos del más cruel y oscuro deseo.

Eda se quito el pantalón que traía, su blusa que era larga, cubría su ropa interior, pero eso, solo le daba un aspecto aún más sensual, se dejó caer de rodillas y empezó a andar en gatas hacia Theo, quien trago profundo al sentirse tremendamente excitado por verla hacer eso, Eda, subió sus manos por las piernas de Theo, hasta llegar al botón de su pantalón el cual abrió, él chico le ayudo, alzando un poco las caderas para que Eda pudiera quitarle la prenda.

Sentir el calor de sus manos en partes de su piel desnuda, estremeció a Theo por dentro, Eda termino de bajar el pantalón y se volvió a ascender acariciando con la yema de sus dedos el bóxer de Theo, sintiendo la dureza que se escondía debajo de un delgado pedazo de tela, Theo gruño, tratando de controlarse.

No quería que ese momento fuera algo rápido, por más que su instinto animal quisiera tomar el control, poner a Eda bajo la cama o en el piso, no le importaba, solo quería tomarla, hacerla suya una y otra vez, pero no quería que fuera veloz, no, quería hacerlo lento, tortuoso, agonizante, quería sufrir el deseo, quería sentir la pasión a carne viva y por eso debía resistir y controlar a su animal interior.

Eda se puso de pie, alzo las piernas y se colocó en el regazo de Theo mientras volvía a besarlo con fiereza, Theo colocó sus manos en las caderas de Eda, cubriendo con sus manos sus glúteos y ahogando gemidos al sentirla frotarse con movimientos de cadera sobre su miembro aún cubierto con la tela. Eda sonreía entre el beso, al escuchar los sonidos ahogados que Theo producía.

Broken Wolf| Liam DunbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora