Sebastian y Edalyn

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En el silencio de la noche estrellada, el rugido del motor rompe el aire. Eda se encuentra en el asiento del copiloto, su mirada fija en la figura sombría sentada al volante: Sebastián, un antepasado distante, un reflejo oscuro de su linaje familiar.

A través del parabrisas, la luna se alza majestuosa, derramando su suave luz sobre el paisaje que se desliza rápidamente a su alrededor. La carretera se extiende como una serpiente de asfalto, guiando sus destinos entrelazados hacia un destino incierto.

Eda, con su corazón palpitante y la inquietud danzando en sus ojos, se atreve a desafiar el enigma en el asiento del conductor.

—¿Por qué, Sebastian? ¿Por qué has elegido este camino de destrucción? ¿Cuál es tu verdadero propósito? —cuestiona, sin temblor en su voz, después de todo, sabía que él no podía matarla

Sebastian, con una sonrisa desafiante en sus labios, mantiene la mirada fija en el horizonte, sus ojos ocultos detrás de una sombra impenetrable.

—Eda, las razones son tan vastas como el universo mismo. ¿Acaso no has comprendido aún que la diversión es el único motivo? El deleite que se encuentra en la discordia, en el caos desatado, es el combustible que enciende mi ser—su voz era sibilante

La respuesta de Sebastian flota en el aire, dejando un rastro de intriga y desesperación. El viento susurra en los oídos de Eda, susurra secretos ancestrales y un legado manchado de sangre.

—Pero, ¿no ves el dolor y el sufrimiento que dejas a tu paso? ¿No hay remordimiento en tu corazón? —de cierta manera, el miedo que tenía Eda en su interior era por pensar que, si perdía su batalla ancestral con el Nogitsune, sería igual que el hombre a su lado

Sebastian voltea su rostro hacia Eda, sus ojos relucen con una malicia inquietante, pero también con un rastro de melancolía perdida.

—El remordimiento, Eda, es un sentimiento reservado para aquellos que aún albergan una chispa de humanidad en su interior. Pero yo, como una sombra del pasado, he renunciado a esa carga. La eternidad me ha dotado de una libertad ajena a las ataduras morales—su voz era ambigua y distante

Las palabras de Sebastian, como dagas afiladas, se clavan en el corazón de Eda, desatando un torbellino de emociones encontradas. La dualidad de su linaje se refleja en su mirada, una batalla interna entre la oscuridad y la luz.

El paisaje continúa desfilando ante sus ojos, el tiempo se desdibuja en la inmensidad de la noche. Eda y Sebastian, unidos por hilos invisibles de sangre y destino, se adentran en la incertidumbre, donde los secretos ancestrales y los conflictos internos se entrelazan en un baile misterioso.

En el abismo de la noche, Eda se aferra a la esperanza, anhelando encontrar una respuesta que pueda redimir la oscuridad que se cierne sobre su legado. Pero, por ahora, las palabras de Sebastian flotan en el aire, alimentando las llamas de la incertidumbre y sembrando dudas en el corazón de Eda.

¿Acaso sería capaz de enfrentar su propia oscuridad o terminaría siendo como Sebastian? ¿Si su batalla llega a fracasar, sería la destrucción de ese mundo?

La noche se tiñe de un matiz sombrío mientras el automóvil avanza hacia su destino inevitable: la comisaría. Eda, con el corazón inquieto, observa por la ventana los edificios y las luces que destellan en la oscuridad, mientras su mente se llena de pensamientos inquietantes.

El camino parece estirarse como un hilo interminable, un respiro fugaz en medio de la tensión. Eda decide aprovechar este instante efímero para ahondar en los recovecos oscuros de la historia de Sebastian. Con su voz temblorosa pero decidida, rompe el silencio que envuelve el vehículo.

Broken Wolf| Liam DunbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora