NUEVE - El chico quiere café

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En Griddy's

Después de solo un par de minutos de espera, una señora muy amable se acercó para tomar las ordenes.

--Hola Agnes, yo quiero lo de siempre por favor --solicitó la adolescente de manera cortéz.

--¿Y al chico que le traigo? --dijo mirando con desconfianza al mayor.

--El chico quiere café... negro --respondió casi de mala manera.

--Enseguida vuelvo con lo que pidieron --se dirigió a la cocina sin saber lo que ocurriría en los proximos minutos.

--¿Te sientes bien? Creo que... fuiste algo grosero con la señora que trabaja aquí.

--Solo lo hice para que se fuera lo más rapido posible.

--¿Y eso por qué? Dime que está sucediendo, te noto extraño y si no me dices entonces --de pronto fue silenciada.

--Shhh... no te muevas, creo que estas en peligro asique voy a llevarte a la mansión tan rapido como me sea posible.

--¿De qué hablas? --de pronto se oyó el grito de una persona indicando que abrieran fuego y todo lo que recuerda es que Cinco saltó sobre ella arrojandola al suelo.

Intuitivamente cerró los ojos y para cuando los abrió ya se encontraba en la sala de su casa; sana y salva.

--Quedate aquí, yo tengo que regresar y encargarme de esos tipos.

--¡Cinco, espera! --gritó pero fue en vano, ya se había ido.

El  bien preparado joven tuvo una peculiar batalla con un grupo de delincuentes armados que se habían escapado de la prisión Oblivion y uno a uno fue matandolos usando cualquier cosa que tenía a la mano, como un cuchillo con restos de jalea o una corbata perteneciente a los mismos presidiarios. La batalla duró a penas unos minutos pero el lugar quedó destrozado como si hubieran estado lanzando cosas toda la noche.

Luego de terminar el trabajo se subió a su auto y manejó hasta la mansión Hargreeves pues se sentía muy cansado como para dar otro salto en el espacio. Al llegar fue recibido por la niña que tenía a su cargo, esta corrió a su encuentro y se colgó de su cuello.

--¿Estas herido? --preguntó al ver la sangre en su ropa. --¿Necesitas que te lleve al medico?

--Estoy bien, no te preocupes. La sangre no es mia, dime ¿Tu como estás?

--Bien, estoy bien solo gracias a ti --le dijo mirandolo a los ojos. --Gracias.

--De nada, solo hice mi trabajo --acarició la parte superior de su cabeza justo a la altura de su frente en el lado derecho. --Creo que te lastimé cuando te arrojé al suelo, tienes una pequeña contusión.

--Auch... no me había dado cuenta que me duele hasta que me tocaste.

--Lo siento, dejame curarte.

--No es necesario, iré a tomar un baño y yo misma me lavaré la herida --se alejó unos pasos de él.

--Esta bien, iré a verte en un rato. Antes debo reportarle al Sr. Hargreeves todo lo sucedido.

Y así lo hizo, fue muy eficiente y actuó tan rapido como el millonario esperaba que lo hiciera. Le dijo que estaba muy conforme con su trabajo y que no se alejara de su hija, que al parecer ya estaba en el ojo de los delincuentes y ese solo habría sido un aviso. Luego de terminar la llamada decidió tomar un baño y quitarse esa ropa sucia, se dio cuenta que solo tenía un rasguño en el labio y un moretón en el hombro; nada de que preocuparse.

--¿Puedo pasar? --preguntó del otro lado de la habitación.

--Sí, adelante. --La joven tenía puesto su pijama y estaba abriendo la cama para acostarse.

--Veo que te gustan los gatos --dijo señalando la colcha y almohadones.

--Siempre me han gustado y papá jamas me dejó tener una mascota... ya lo conoces.

--Mejor que tú. ¿Necesitas algo?

--No Cinco, ya hiciste demasiado por mi hoy --lo observó por un par de segundos. --Oye... tienes lastimado el labio.

--No es nada, ni me duele.

--Deberías ponerte hielo.

--Lo haré, no te preocupes por mi --mientras decía eso el estomago de Alondra rugió descaradamente.
--Tienes hambre, al fin no pudiste comer nada desde el mediodia en la cafetería de tu escuela. Iré a preparar algo para que no te vayas a dormir con la panza vacía.

--No hace falta, estoy bien --pero su estómago dijo lo contrario.

Ambos bajaron a la cocina y prepararon unos sandwiches con lo que había en la heladera, un poco de queso, tomate, albahaca y pollo. Se sentaron a comer juntos en absoluto silencio mientras intercambiaban miradas y sutiles sonrisas.

--Yo lavo los platos, tu ve a descansar.

--Gracias, otra vez.

--Y otra vez te digo, solo hice mi trabajo.

--Lo se, pero eso no quita que me sienta agradecida --se acercó y le dio un beso en la mejilla. --Que descanses.

Luego se retiró camino a su habitación, y por más que le costó dormir por estar pensando en lo sucedido al fin lo logró. No así Cinco, dio miles de vueltas en su cama pensando en esa simple y desinteresada muestra de afecto que había recibido, pues estaba acostumbrado a que solo le dijeran:
Bien hecho, pero solo hiciste tu trabajo.

Nadie le había agradecido nada nunca, mucho menos con un beso. Ni tampoco nadie se había preocupado tanto por èl como para correr a su encuentro al verlo llegar, como lo hizo la niña que dormía del otro lado del pasillo.

Algo cambió en Número Cinco ese día, solo quería volver a salvarla para sentirse útil y ver como ella se preocupaba por él.

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Así se ve el cuarto de Alondra

__________🌷__________Así se ve el cuarto de Alondra

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