CROWN OF BOUNDS - nikolai lantsov

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CAPÍTULO 2:

No pude parar de marearme y vomitar cuando se llevaron en cuerpo de mi hermana de casa. Recuerdo con pesadez a las criadas frotar el suelo y escurrir líquido rojo dentro de los barriles de agua. A mi madre llorar y a Ethan estornudar y caminar de un lado a otro. Aquel día sigue estando nublado en mi mente, memorias convertidas en lagunas separadas. No sé si lo que he contado ocurrió de esa forma, pero creo que sí.

—Elora.—Mi padre abrió la puerta de mi habitación, cerrándola detrás suyo.

Yo estaba escondida, encerrada en mi misma con mis rodillas en mi pecho, abrazando mis piernas y aún temblando. Tenía once años, no sabía aún cómo se enfrentaba alguien a una situación así.

—Has hecho algo malo, ¿sabes?.—Se sentó en el borde de mi cama.

Hubo un silencio tan largo que me pitaban los oídos. La imagen de mi hermana convulsionando en los brazos de mi madre no podía parar de reproducirse en mi cabeza. Tenía tanto miedo que no quería ni moverme. Lo único que pensaba es que todo hubiera sido mejor si yo no existiera.

—Elora.—Miré a mi padre.—¿Eres consciente de lo que has hecho?.

Las lagrimas empezaron a caer de mis ojos y la cara se me arrugó.—Sí... lo sé, papá.

No me preguntó en ningún momento si había sido a propósito porque él ya sabía la respuesta. Sabía que yo era una niña rara, que me daba miedo todo y sobre todo, que tenía once años. Mi padre suspiró y se revolvió en su sitio, como si le doliera el estómago.

—Por mucho que me duela, no puedes salir impune de algo así.—Le miré a los ojos.—Le has quitado la vida a alguien.

Yo asentía a todo lo que él decía, como siempre. Jamás le había llevado la contraria.

—Mañana te irás de aquí.—

Se me helaron las venas, se me detuvo la respiración y el pitido de mis oídos cesó. Me quedé en silencio mirándole a pesar de que él ya había apartado el rostro de mi dirección. Estaba quieta en mi sitio, como si cualquier movimiento hubiera causado la muerte. Cualquier cosa era mejor que eso, prefería morirme antes que separarme de todo lo que había tenido antes. No quería despedirme de mi padre ni no poder volver a tener clases con el profesor Haiba.

—No puedes seguir estando aquí después de lo que has hecho, sería una deshonra para la familia.—Dijo mientras miraba al techo.—Entiende que a pesar de todo, tu hermano debe de seguir con la herencia y debe tener una buena reputación.

Allí estaba el señor Stepanov, hablándole a una niña sobre cosas que ella no podía entender. Pero en parte tenía razón, ¿qué era yo sino una asesina? El resto de personas jamás perdonarían a mi familia algo como eso, nunca respetarían su reputación si yo no desapareciera.

—Lo siento, Elora.—Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta.—Llamaré a una criada para que te ayude con las maletas.

La puerta de cerró y minutos después entró una una sirvienta. Me ayudó a sacar la ropa del armario y a abrir dos maletas de mi tamaño, la doblamos y guardamos otras cosas de posible importancia. Usé una de las dos maletas para la ropa y productos de higiene y la otra para mis libros, mis apuntes y de otras cosas estudiantiles. La tarde pasó de esa manera, y cuando me quise dar cuenta ya era de noche.

Mi madre y mi hermano estaban fuera de casa, probablemente manejando a su manera la situación, o cuidando del cuerpo de Eloise antes de su funeral. La casa estaba en silencio, no había el sonido del piano ni se escuchaban agujas hilar en telas. Bajé las escaleras, cerrando los ojos al pisar el descansillo, recorriendo con mi mente el recuerdo de mi hermana tirada al caer. Al llegar al último piso miré el suelo, la sangre ya no estaba ahí.