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CAPÍTULO SIETE:

Si hubiera sido más lista, tal vez me habría vuelto a casa o me habría quedado una temporada en Shu Han.

Era un sitio bonito, tranquilo y si me lo preguntáis, un tanto familiar, aún que no sé muy bien el significado de esa palabra. De todas formas, Shu Han había demostrado ser un buen país y no me molestaba la idea de quedarme allí unos días más.
Después de todo, seguía sin estar segura de lo que estaba haciendo, tenía dieciséis años y unos meses, todo me parecía inadecuado.

La primera vez que toqué la arena de playa fue en aquel entonces, en uno de los puertos de la costa de Bhez Ju. Me saqué las botas y dejé enterrar mis pies mientras Nikolai y los demás iban hacia el vendedor, los seguiría después.

Cerré los ojos y suspiré, sintiendo los pequeños granitos de arena colarse entre los dedos de mis pies, escuchando el sonido de las olas y oliendo el olor del mar salado. Por un momento, estuve en paz, olvidé el barro y a mi hermana con su cabeza abierta brotando sangre, a mi padre dejándome en el castillo y a mi caballo Coryo. Lo olvidé todo, solo estábamos el mar, la arena, yo y el extraño que se acaba de poner a mí lado.

—¿Ese barco es vuestro?—Me sobresalté al instante, abriendo los ojos y encontrándome con un chico castaño. Rizos oscuros, ojos marrones.—Perdona, no queríamos asustarte.

Hice una visual a su banda en el momento en el que lo escuché hablar en plural, parecían piratas, todos ellos, habían dos chicas y tres chicos más, tan solo una de ellas y uno de ellos parecían de Shu Han, por los ojos.

—Tranquilo.—Le dije.—Sí, es nuestro barco.

—Genial, me llamo Andrei.—Se señaló.—Esos son Igor, Daniel y Ivan. Y estas son Ania y Dasha.—Asentí.

—Elora.—Dije.

—Encantados. Mira, Elora.—Se puso de cuclillas a mi lado.—Llevamos días intentando que alguien nos acerque con su barco a Ketterdam.—Asentí de nuevo.—Pero nadie ha aceptado nuestra petición, somos viajeros, no tenemos ingresos, nos lleva el aire.—Hizo movimientos con sus manos.—No tenemos cómo pagarte, pero agradeceríamos si tuvieras la compasión de llevarnos con vosotros, no importa si tardáis un poco más de la cuenta el dejarnos por allí.

El barco no es mío.

—Ya, bueno...—Dije.—Me sabe fatal, pero...

—Vamos, Elora, apiádate un poco.—Se acercó a mi con rostro suplicante y no supe qué hacer.

—¡Eh!—La voz de Nikolai nos sobresaltó a todos, venía a paso apresurado.—Elora.—Me cogió del brazo para ayudarme a levantarme del suelo.—¿Qué queréis?

Me estaba defendiendo.

—Tranquilo, perdona.—Se disculpó Andrei.—Estaba preguntándole a tu chica si nos podríais llevar hasta Ketterdam. Llevamos días intentando que alguien nos dé el voltio pero nadie acepta.

"Tu chica", menos mal que tenía las orejas cubiertas por mi pelo, estaba segura de que las tenía rojas. Miré a Nikolai, esperando su respuesta, él me había colocado detrás suyo así que me tuve que apartar un poco para verle la cara desde detrás.

—¿De dónde sois?—No negó que yo fuera su chica.

—Somos una banda, algunos son de Shu Han, otros somos de Kerch, ella es de Ravka.—Señaló a la chica que no tenia los ojos rasgados, Dasha.—Solamente queremos llegar a Ketterdam, pero no tenemos con qué pagaros. Tal vez allí pueda hablar con unos buenos amigos míos para compensároslo.

Nikolai se giró levemente para mirarme, supe que estaba pidiendo tanto mi cordura como mi aprobación. Sopesé la idea durante unos instantes, si bien era peligroso añadir a gente nada más empezar el viaje, también cabía la opción de ampliar la tropa. Además, la idea de que al llegar nos pudieran dar algo de vuelta me atraía, teníamos sitio para más gente. No era problema.
Le asentí.

CROWN OF BOUNDS - nikolai lantsovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora