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CAPÍTULO 3:

A las semanas, varios Grisha vinieron a la campaña. Ya teníamos bajas de más de 200 soldados en el primer mes, así que claramente las cosas no pintaban bien para nosotros.
El Pequeño Palacio seguía sin querer donar a demasiados Grisha a la guerra, a pesar de entrenarlos para eso. Sobretodo cuando se trataba de campañas como esta, en las cuales habían personas como yo para morir por ellos.

En aquel tiempo, hice mis primeros amigos. Timur era bastante pesado pero Viktor sabía como mantenerlo a ralla. Ambos me habían contado su vida y como llegaron aquí. A diferencia de Viktor, Timur solo se unió al primer ejército para enorgullecer a su padre, qué consiguió el título de coronel durante su servicio. Muchos allí tenían la misma razón que Timur, pocos venían por su nacionalismo o algún tipo de patriotismo por Ravka, la gran mayoría estaba allí por la gloria o para escapar de la pobreza que había en algunas zonas de Ravka. Yo estaba allí obligada.

Un día nos tocó patrullar de noche, teníamos que hacerlo porque esta campaña era peor que cualquier trinchera, donde al menos por el día estaba tranquilo a pesar de la decadencia que se vivía. En Halmhend jamás podías despistarte, ya que nunca se sabía cuando el enemigo elegiría atacar.

Las estrellas brillaban como siempre, a veces me gustaba salir de la tienda mientras todos dormían para poder observarlas. Miré a Viktor pero tenia los ojos cerrados, de todas maneras, él sabía que si algún superior se acercaba yo le avisaría, el castigo por quedarse dormido en tiempo de patrulla era ser fusilado.

Estaba todo tranquilo, desde nuestra posición se veía las fogatas de nuestros compañeros. Miré a todos por encima, no había muchos rubios así que fue fácil encontrarle. La última vez que le vi antes de irme de casa fue en su cumpleaños, él cumplía catorce. Ahora los dieciséis le sentaban bien, apenas tenia imperfecciones en su rostro y podías notar como sus músculos se iban haciendo fuertes con el paso de las semanas. Por mucho que no me diera cuenta, yo notaba también los cambios en mi cuerpo, la cintura cada vez se hinchaba más y me empezaron a crecer los pechos cuando tuve por primera vez mi periodo a los doce.

Estaba creciendo, igual que lo haría cualquier adolescente, pero mirar a Nikolai me hacía darme cuenta que jamás lo haría como él. Yo nunca sería tan hermosa como lo era él, nunca tendría mi pelo cayendo en una forma perfecta ni me celebrarían grandes cumpleaños con muchos invitados. Jamás sería como él.

De un momento para otro una mariposa se sostuvo en mi rifle. Me sentí alarmada al instante y los recuerdos vinieron a mí como si me acabaran de tirar un cubo de agua fría. La mariposa dándose golpes en el vaso y saliendo por la ventana, la cachetada, el golpe contra la pared, la caída de Eloise, el cementerio de mariposas, la sangre y las criadas gritando. Me sentí tan abrumada que me caí al suelo, respirando con dificultad.

—¿Elora?—Me preguntó Timur, y cuando vio que yo me caí al suelo, se agachó.—Elora.—Llamó.

Viktor pareció abrir los ojos y percatarse, pero fue cuando yo me había caído. El suelo estaba mojado, eso lo recuerdo bien. Había llovido toda la mañana y por eso aquel día pudimos descansar de la batalla. La mariposa revoloteaba y hizo que todas las memorias se pasaran como un espejismo por mis ojos. El cementerio de mariposas, mi madre chillando, Ethan estornudando, mi padre sentándose en mi cama. Tapé mi cabeza con mis brazos, a pesar de que Timur y Viktor intentaban quitármelos.

—¿Qué te pasa, Elora?—Me preguntaba Viktor, pero no podía responder.

Respiraba con tanta irregularidad y sin control que creí que moriría, notaba como todos los sentidos se desvanecían de mi cuerpo poco a poco hasta que me tuve que estirar en el suelo. Tenía toda la cara mojada en lagrimas. Por una mariposa.

CROWN OF BOUNDS - nikolai lantsovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora