CROWN OF BOUNDS - nikolai lantsov

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CAPÍTULO 10:

Después de enterarnos que la invocadora del Sol había aparecido y que era una cría de más o menos mi edad, que formaba parte del primer ejército, me quedé un poco sorprendida.

Yo tenía poderes Grisha, pero las personas que estaban presentes cuando el General Kirigan hizo la prueba, afirmaron que un gran destello de luz salió de ella. De nuevo, al parecer la vida me volvía a recordar que era tan solo una chica más, una soldado que sobrevivió a la campaña de Halmhend, una mujer exiliada de la familia más importante de Ravka, pero nada más.
Nada era comparable con un príncipe desaparecido y una chica que podía provocar luz allá a donde fuera, el mundo era de locos por aquel entonces.

Nikolai y yo recolectamos todos los periódicos y noticias posibles sobre la nueva Santa. Y todo indicaba que el general Kirigan, el administrador y guía del pequeño palacio (es decir, el jefe de los Grisha servidores de Ravka), se la había quedado para él.

Sin embargo, Nikolai y yo decidimos orquestar una manera para tener a la pertenencia más valiosa del momento, la chica que invocaba la luz.
Nikolai me contó al tiempo que un socio suyo había encontrado un grupo de raritos en Ketterdam que parecía interesarles el trabajo de secuestrar a la chica, yo tan solo asentí a lo que dijo y me aseguré de recordarle que nos fuéramos con cuidado en todo momento.

La vida en el mar siguió como siempre, Nikolai me hacía ahora aún más caso del que me hacía antes, y antes yo lo controlaba todo tan solo con un gesto, así que era como sentir que yo era la reina del cotarro en todo momento. Tal vez hasta me confíe demasiado de mi poder, no lo sé, seguía siendo una chica de 18 años. Aún ahora sigo culpando todas mis malas acciones en mi edad, creo que me servía la excusa cuando tenía catorce años, a lo mejor incluso a los quince, pero a mis dieciocho ya era difícil de sostener.

—Tolya y Tamar se quedarán al final.—Dijo Nikolai mientras entraba al camarote, yo guardé mi rosario en el cajón de mi cama.—¿Rezando de nuevo?

Le miré mientras se acercaba, sus ojos siempre estaban clavados en mí. Siempre había sido así pero jamás me di cuenta hasta que él fue sincero con sus sentimientos.

A veces aquello hasta me hacía pensar que tal vez él podría llegar a matar por mi si se lo pidiera. Si algún día le invitase a la sala de mando o nuestro camarote, cerrando la puerta con lentitud y tendiéndole una bebida, mirándole a los ojos mientras mis labios le pedían que le arrebatase la vida a alguien por mí, y me preguntaba si él aceptaría o no.
Estaba claro que yo lo haría por él, lo había hecho ya indirectamente y directamente. Cuando luché en Halmhend por la corona que ostentaba su padre y cuando degollé y clavé espadas en los que creía mis compañeros para salvarle la vida. Yo jamás se lo diría, nunca fui una chica de grandes palabras, tampoco de grandes gestos; creo que solamente de enormes sentimientos y imponentes expectativas.

—Sí.—Asentí.—Me alegro que hayan entrado en razón.—Hablaba de Tolya y Tamar.—¿Alguna noticia de la innovadora del Sol?

—Creo que nuestros agentes van a cruzar la sombra, eso tengo entendido.—Subió sus hombros, echándose un poco de whisky en un vaso de cristal. El contenido bailaba aún dentro del envase, el movimiento del barco seguía ahí aún que nosotros ya nos habíamos acostumbrado tanto a ello que ni lo sentíamos.—El general Kirigan la quiere solo para él, parece que tiene grandes planes.

—Igual que todos en Os Alta.—Rodé los ojos, notablemente asqueada por el ejército de brujos.—Me pregunto si ellos de verdad han tenido algún problema real en su vida más que las reuniones de Estado.—Le miro.—Como tú y yo en Halmhend.