capítulo 13

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Hay fantasías que ni siquiera sabes que tienes, hasta que entras en sinfonía con la mente correcta.

Charles Bukowski.

No podía.

Ella no podía seguir fingiendo que solo era deseo lo que sentía por Camila.

Ya no.

Cuando acabó la tarde en aquel parque, condujo hasta su casa con cierta tranquilidad que la perturbo.

Sus hijos, en la parte de atrás, habían caído dormidos por el agotamiento, a un lado de ella, Camila.

Miraba por la ventana completamente distraída, hundida en sus pensamientos. Ella mataría por conocerlos.

Su corazón, guardado en un cajón de su cuerpo, se libero. No entendía lo que le pasaba. ¿Acaso se estaba enamorado de Camila? Aún no la conocía del todo, era imposible.

No, bueno, eso no era del todo cierto. Se conocían. Se habían dicho más cosas en los últimos dos meses. Era mucho en comparación con su primer y unico matrimonio.

Pero, aún así, no debía ser suficiente.

Lauren pensó en todos los pretendientes que había tenido a lo largo de los años. En su adolescencia para ser exactos.

¿Cuántas habían sido? Como mínimo, diez.

Y ahora ni siquiera recordaba por qué los había rechazado a todos. En realidad, estos no eran...

Perfectos.

¿Era mucho pedir?

Sacudió la cabeza, era consciente de que parecía una niña tonta y mimada. No, no necesitaba a alguien perfecto. Sólo necesitaba a alguien perfecto para ella.

Tembló de miedo al darle una ojeada a Camila.

- Están muy agotados para una película - había dicho Camila, mientras agarraba fuerte a Jasper.

- Quiero ver la película - susurró Ethan caminado con pereza.

- Yo igual - balbuceo Jasper.

Camila suspiro sonriendo. Por supuesto, los complacería.

Ahora, parecía estar muy pendiente de esa película, sus hijos estaban dormidos a un lado de ella, pero Camila parecía querer luchar con el cansancio.

La cabeza de Camila estaba sobre sus piernas, ella acariciaba su cabello, como recompensa, Camila pasaba sus manos sobre sus piernas.

Sabía lo que pensaban de ella los hermanos de la chica. Decían que era demasiado sería, exigente, que era peor que su antiguo jefe Max.

Acabo siendo enemiga de estos.

Era imposible pasar por los pasillos de la compañía sin
escuchar esos comentarios a sus espaldas.

O en su propia cara.

Eran Cabellos, nada parecía importarles.

Sin embargo, la verdad era que a Lauren no le molestaba en absoluto su situación. O, al menos, no le había molestado hasta ahora.

Jamás se le había ocurrido que sería la encargada de una compañía familiar.

Ella lo disfrutaba, ese lugar que había obtenido gracias a sus suegros.

Todo parecía ir bien.

Pero, últimamente…

Suspiró, sintiéndose de repente mucho más preocupada.

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