My eternal love ۵ kookv

ɞ familia

6: Familia.

[3 años después]

Tres inviernos pasaron desde que sus vidas cambiaron para siempre.

Ese sentimiento que nació el día que dio a luz, lo cambió todo, porque tanto su amor, como su felicidad y sus responsabilidades crecieron.

Jeon DakHo llegó a su vida para pintarlo todo de colores que no conocían.  Si antes se sentían azul y verde, ahora todo era morado y amarillo.

Sus emociones en colores eran su mejor forma de comparación.

¿Como narrar el después? Podemos empezar al momento en que vieron los ojos de DakHo abrirse, o su primer llanto, su primera sonrisa, o cuando comenzó a gatear sobre la alfombra de su casa.

Podría empezarse por muchísimas cosas que habían pasado en esos años, como su boda, dos años atrás ellos habían decidido dar un paso más a su relación, aunque llevaran casi una década juntos, ellos querían darse ese placer de poder llamarse esposos.

DakHo empezaba a dar sus primeros pasos cuando TaeHyung decidió pedirle matrimonio a su alfa, JungKook lloró toda la noche en sus brazos, no pudo evitarlo, era un alfa sensible.

Tenían muchos momentos memorables, su crecimiento como pareja, padres y como personas estaba al día, aprendiendo algo nuevo cada que el sol volvía a salir, pero sin duda uno que siempre estaría marcado en sus memorias era la primera vez que DakHo los llamó...

—¡Papá! —gritó el niño con una sonrisa en sus labios.

Oh, ese niño había recibido una bendición en su genética, aunque TaeHyung siempre reclamaría que su hijo era idéntico a JungKook. Su cabello negro, su piel blanca, sus ojos avellana, ah, y esa sonrisita de conejo que apenas salía a relucir.

Lo único que —según el omega— su hijo tenía de él eran sus ojos y sus delicadas mejillas.

—No estoy mintiendo hijo, así naciste. —dijo JungKook sonriendo al ver a su hijo hacer lo mismo. —Pregúntale a papá si no es así.

DakHo volteó a ver a su padre omega, quien bebía su café, como todas las mañanas.

—Papá miente. —acusó el menor de todos.

TaeHyung miró a su alfa con cara de obviedad, JungKook a sus 29 años seguía pareciendo un lindo cachorro a sus ojos, atrapado en un fuerte cuerpo de uno ochenta metros, pero eso no era relevante ahora.

—No naciste en el polo norte Dak, pero casi mando a tu padre a vivir allá por el dolor que me causaste niño travieso. —le picó la nariz. —Te dije que no patearas tanto, pero no hiciste caso.

DakHo abrió su boquita en asombro.

—¿Fui desobediente?

TaeHyung sonrió y negó.