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Las lágrimas llenaban el rostro de Doyoung mientras intentaba levantarse, antes de tener la oportunidad sintió al lobo temblar y tomarlo en sus brazos, con su daga le apuntó a la garganta, el hombre temblaba al igual que el arma, Doyoung decidió pensar con racionalidad y buscó una oportunidad de escapar.

— J-Jung Jaehyun, si te acercas más la garganta de este niño se pintara de rojo. —amenazó sin lucir muy convincente, hace mucho tiempo que los clientes habían huido dejando solo a los lobos, que a pesar de que pareciera que estaba simplemente observando, estaban apoyando a su aliado en secreto, al pendiente de una oportunidad.

El pelinegro respiró con fuerza, las lágrimas le nublaban la vista, pero podía ver a su amado caminar hacia él con lentitud, sus ojos rojos, sus orejas levantadas al igual que su cola, no podía ver a Sungchan con claridad, pero suponía se encontraba en el mismo estado de alerta.

— ¿Crees que te dejaré hacer eso? ¿Quieres averiguar si tu mano o mis piernas son más rápidas? —dijo con voz ronca, estaba furioso y se podía notar con facilidad, Doyoung sintió al lobo estremecerse ante la evidente amenaza, era su oportunidad.

Con una patada en la ingle el conejito se alejó de su captor, corriendo hacia su amado, aunque tropezó en el camino logró llegar a los fuertes y protectores brazos de su tigre, estos lo envolvieron con fuerza, temiendo perderlo.

Doyoung pudo dejar salir sus sentimientos, había estado tan asustado, se sentía tan asqueado, la mirada de ese hombre además de darle un terrible pavor le provocaba náuseas, se sentía tan sucio.

En el fondo sabía que no era su culpa, pero no podía evitar pensar que si lo era, ¿por qué se alejó sabiendo la situación peligrosa en la que se encuentran? Era su culpa.

Las lágrimas recorrieron sus mejillas y cuello, no pudo evitar aferrarse a la ropa del castaño mientras este lo abrazaba en silencio, dándole confort con su mera presencia, Doyoung se permitió desahogar sus sentimientos de culpa, tristeza y asco, todo en un mismo momento.

No fue extraño cuando sintió ganas de vomitar, así lo hizo, se apartó de Jaehyun y vomitó el suelo de la posada, nadie le dijo nada, el dueño había huido hace tiempo.

Doyoung frunció el ceño, el aroma era desagradable, aún con todo eso el líquido de sus ojos seguía brotando, sus manos intentaron secarlo, pero parecía no tener fin.

— Estoy aquí. —susurró Jaehyun en su oreja, él asintió, lo sabía, sabía que su tigre siempre estaría para él, pero se sentía sucio, sentía asco por ser tocado por otra persona que no fuera su amado, repugnancia de la sensación de la lengua de ese lobo en su oreja, tristeza por sentir que sería desechado luego de que Jaehyun se enterara de que había permitido que otro hombre que no era él tocarlo con tales intenciones.

No se sentía nada bien.

El castaño miró preocupado a su conejito, ya había dejando de llorar, pero soltaba sollozos e hipidos que perforaban su alma y corazón, era su culpa por no llegar antes, su deber era proteger a su pequeño y su cachorro en camino, pero él no había ido en su ayuda a tiempo.

Se sentía mal e inútil, por no poder protegerlos del todo, por no llegar a tiempo, triste al observar las emociones que atravesaba su pareja, furioso con ese lobo que había intentado arrebatarle todo aquello que adoraba y apreciaba.

No estaba enojado porque otro hombre había tocado con malas intenciones a su amado, estaba enojado porque él no había podido evitar aquella situación.

Miró hacia el lobo con ira, el hombre tembló en su lugar, tomó posición de ataque e hizo una señal para que sus aliados lo apoyaran, aunque todos tuvieran miedo de la obvia cólera del híbrido de tigre, se levantaron y se pararon a un lado de su líder, el lobo que había atacado al castaño.

Eso no afecto a Jaehyun, este hizo una seña a Sungchan y el chico se acercó mirando con cautela a los lobos circundantes, él miró hacia el conejito, este temblaba en los brazos de su primo mientras soltaba algunos sollozos, su ropa desgarrada le hacía ver frágil y podía ver que sentía frío.

El tigre mayor abrazó a su amado, Sungchan escuchó susurros, pero no pudo identificar las palabras exactas, luego pudo ver al conejo mirándolo, él sonrió intentando confortarlo, Doyoung asintió mientras secaba sus lágrimas, se levantó tembloroso del suelo y se abrazó al cuerpo del tigre menor.

— ¿P-puedes llevarme a cambiar mi ropa? —preguntó el pelinegro con voz suave y temblorosa, seguía asustado, intentó sonreír, pero solo logro una mueca torcida incómoda. Sungchan asintió triste de no poder hacer nada por él.

— Sí. —murmuró guiándolo hacia el baño de la posada, los lobos los miraron con amenaza, no estaban dispuestos a dejarlos ir, Sungchan emitió un gruñido de alarma, algunos más jóvenes temblaron, el líder al ver esto gruñó devuelta.

— Déjenlos ir. —dijo el líder de los lobos mientras ellos caminaban hacia el baño, Jaehyun quedó solo con aproximadamente seis hombres lobo fuertes y grandes, parecía estar en desventaja y eso preocupaba en demasía a Doyoung.

Al caminar sus ojos buscaron la figura de su tigre, este le sonrió tranquilizadoramente y lo instó a irse a ponerse nueva ropa, suspiró un poco más tranquilo y siguió a Sungchan hacia el baño del lugar.

Sungchan le sonrió antes de ir corriendo a buscar un nuevo conjunto de ropa, ya en el interior Doyoung inspeccionó el baño, era pequeño, suelo de piedra y paredes del mismo material, en el centro había una gran tina de padera gruesa con agua dentro, en una pequeña repisa se encontraba el jabón y una esponja blanca.

El pelinegro se apresuró hacia la bañera y se hundió en ella, sollozos brotaban de sus labios mientras sus cálidas lágrimas se mezclaban con el agua helada de la tina. Se sentía débil y asqueado consigo mismo, no debería llorar, pero no podía evitar sentirse sucio por lo sucedido.

Su mente no dejaba de repetir que era su culpa mientras sus recuerdos junto a Jaehyun lo inundaban, sin poder evitarlo, tomó con rudeza la esponja sobre la repisa y la llenó con abundante jabón, luego procedió a pasar la misma por todo su cuerpo, restregó cada rincón con tal brusquedad que su piel suave se pintó de un tono rojizo.

— Sucio, sucio, sucio. —Sus murmullos resonaron en el pequeño espacio del baño, se sentía asqueroso, podía sentir su corazón latir mientras las lágrimas colgaban de su rostro, sorbió por la nariz mientras seguía raspado su cuerpo con la esponja, se detuvo al llegar a su estómago hinchado.

Se limpió las lágrimas mientras dejaba caer la esponja y con sus manos acariciaba su pancita, podía sentir a su bebé moviéndose en su interior con ánimo, estaba a pocos meses de dar a luz por lo que no era raro sentir movimientos de su parte, en cualquier momento podría patear indicando que estaba casi listo para salir al mundo exterior.

Se sentó en la tina de madera sollozando mientras acariciaba su vientre, comenzó a murmurar palabras de cariño hacia el bebé no nacido en un intento de autoconsolarse también, quería que Jaehyun lo consolara, pero sabía que estaba ocupado.

Miró hacia su pecho ligeramente hinchado, podía sentir la leche allí, se sintió asqueado, no por el proceso en sí, sino por las manos que se pasearon por el lugar.

Tembló mientras dejaba de llorar, su mente viajando hacia otra parte, era un intento inconsciente de proteger su estado mental a punto de colapsar, su mano se posó en su estómago mientras sus ojos se quedaban fijos en el techo.

Estaba tan cansado.

El cansancio abrumaba su mente mientras su cuerpo se ponía blando, se sintió ligeramente relajado con el agua fría de la tina. Cerró los ojos para dormir un rato.

Pronto, una respiración uniforme se escuchó en el pequeño baño.

Doyoung se había dormido.

Conejo & Tigre ★ jaedo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora