Capitulo 4

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Izan:

—¿A que no sabes a quien he visto? —levanto la mirada de mi laptop y miro a katia que está sonriendo.

—¿Cuántas veces te he dicho que toques la puerta de mi oficina antes de entrar? —ella pone los ojos en blanco.

—¿Y cuántas lo he hecho?

Suspiro.

—¿Quieres saber sí o no?

—¿A quién? —vuelvo a mirar mi laptop.

—A mi posible futura cuñada —dice casi a gritos.

—¿Qué? —dejo mi laptop de lado.

—Lo que escuchaste, estaba en recepción y ella estaba subiendo por el ascensor, le pregunté a la chica de recepción sobre ella y me dijo que es la nueva diseñadora. —se sienta en una de las sillas del otro lado de mi escritorio y empieza a girar.

—¿Hablas de Rebeca?

—No, Izan, hablo de la llorona —dice irónica—. ¡Por supuesto, qué es de Rebeca!

—¿Estas segura?

—Sí.

—¿Y cómo no lo sabía?

—Porque quien los contrata no eres tú, eso lo hace Ronald por qué es el gerente, y eso ya lo sabes, de todas formas tienen que venir.

—Y la sorpresa que se va a llevar ella —murmuro.

—Seguro querrá renunciar —Katia se levanta—, bueno, me voy.

—Espera, te quedas, si Rebeca te ve se dará cuenta rápidamente de que yo soy el dueño de la empresa.

—¿Y como van a pasar si no hay nadie en el escritorio?

—Le mandas un mensaje cuando el te pregunte.

—Okey, ¿crees que ella no sabe que eres el dueño? —se vuelve a sentar.

—Si lo supiera no estaría aquí.

—¿Qué vas a hacer con el asunto de tu posible paternidad? —pregunta después de unos minutos en silencio.

—Esperar, esperar a que Rebeca me lo diga por su propia voluntad, si es que Hada es mi hija —lo estuve pensando toda la noche, y es mejor que ella me lo diga por voluntad propia.

—O también podrías hacer una prueba de ADN.

—Tendría que tener la autorización de Rebeca, no haré ninguna prueba de ADN si ella no está de acuerdo.

—Y no lo estará.

—Exactamente.

—¿Y si nunca te lo dice?

—Si es mi hija ella me lo dirá, en algún momento.

—No sé como tienes esa seguridad.

El teléfono de Katia suena.

—Es Ronald —me dice y contesta—, ¿sí?... estoy dentro... no, pueden pasar, él está de acuerdo.

Colgó.

Enseguida se escucha unos golpes en la puerta.

—Adelante —anuncia Katia.

Se abre la puerta y pasa primero Rebeca y detrás de ella Ronald.

—Señor Roberts, Katia, les presento a nuestra nueva diseñadora de joyas, Rebeca Walsh, trabajó en una muy buena empresa y fue una de las mejores diseñadoras de esta, sus diseños son impresionantes.

Rebeca nos miró aún sorprendida.

Y seguimos en silencio.

Definitivamente Rebeca no sabía que yo era el dueño de la empresa.

Y también hará todo lo posible para no toparse conmigo.

                                °°°
Rebeca:

Sigo sin creerlo.

Llego a mi casa después de que termine el primer día de trabajo.

—¡Mamá! —escucho a Ada, viene corriendo a abrazarme.

—Hola, cariño, ¿cómo te fue en la escuela?

—Estuvo bien, comi gomitas.

—¿Solo gomitas? —pregunté y me fui a sentar al sillón.

—No, también un sanduche.

—Muy bien, ¿dónde esta Ana?

—En su habitación, hablando con su papá.

«Papá»

Esa palabra, Dios, ¿qué voy a hacer?

—Ada, voy a hablar con Ana, ¿no te dejaron tarea?

—No, ¿puedo ver tele?

—Sí, solo un rato.

—Bien.

Caminé hacia la habitación de Ana.

En esté departamento solo hay tres habitaciones, y cada uno con su propio baño, la sala es espaciosa y está separada de la cocina por la isleta.

Toque la puerta.

—Pasa —escuche—, oh, ya llegaste, acabo de hablar con mi padre, ¿cómo te fue en el trabajo?

—Izan es el dueño de la empresa —me siento en la cama, ella me mira con la boca abierta.

—¿Izan? ¿el mismo Izan padre de Ada?

—Sí.

—¿No habías investigado la empresa? —se sienta junto a mí.

—No, quien me dijo de el anuncio de que buscaban una diseñadora fue una de mis compañeras de Brasil, pero me dijo que el nombre del presidente era Bryan, pero ya investigue, ese era el nombre del antiguo dueño, hace tres años esa empresa pertenece a Izan.

—¿Vas a renunciar?

—Si lo hago no será fácil buscar otro trabajo igual.

—Entonces tendrás que trabajar en la misma empresa.

—Lo bueno es que su piso es el último, y el mío es dos antes —lo único bueno.

—Algo bueno, ¿aún no sabes que vas a hacer con el tema de Hada?

—Sé que se lo voy a decir, pero aún no no sé cómo, solo necesito un poco de tiempo, y por ahora trataré de no toparme con él.

Una semana después de ese día, todo parece ir bien, normal.

No me he encontrado con Izan.

Y me llevo bien con mis compañeros, y también he hablado con katia.

En ningún momento habló de su hermano, aunque hemos estado comiendo juntas en la hora del almuerzo.

Por ahora todo parece normal.

                                  

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