Capítulo 22: Ollas y Sushi

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Alejandra's P.O.V

Los nervios por la cita de hoy me consumían cada vez más. Tenía un nudo en la garganta y una licuadora en el estómago de los nervios.

Pedri no me había querido decir nada sobre la cita, ni me había dejado ayudarlo a planear nada, lo cuál me ponía un poco tensa.

La cita sería en un par de horas y yo no tenía ni la mínima idea de como vestirme así que en medio de mi tormento, llame a Valen para que me ayudara a ver qué carajos me podía poner.

— ¡Finalmente! — exclamé metiéndola dentro de mi habitación.

— Tranquila — dijo riendo.

— Valentina este hombre me tiene con los pelos de punta — dije haciendo un ademán con mis manos.

— Así veo — rió — Pero tienes mucha ropa, algo logramos — dijo tronándose los dedos — ¿Te dijo a dónde irán? — preguntó abriendo mi armario.

— No — suspiré.

— ¿Cómo tienes que ir vestida? — cuestionó.

— No — dije otra vez.

— ¿Si es elegante o casual? — preguntó señalando con su mano.

— No — exclamé — No tengo ni la mínima idea — dije tirándome a mi cama rendida — Le diré que no iré — tomé mi celular decidida a cancelar la cita.

— Ni loca — dijo Valen tirándose sobre mi para quitarme el celular.

— ¡No puedo, Valentina! — grité desbloqueando mi celular.

— ¡No es para tanto, Alejandra! — gritó aún sobre mí intentándome quitar mi celular.

— Le diré que estoy enferma, no puedo — dije intentando quitármela de encima.

— ¡No dejaré que hagas eso! — dijo finalmente quitándome el celular.

— Dámelo — exigí parándome de la cama.

— Cálmate — artículo lentamente — Son puros nervios — rió.

— ¡No iré! — exclamé y seguido de eso sonaron tres toques en mi habitación — Salvada por la campana — le susurré mientras iba a abrir la puerta de mi habitación.

Di un suspiró y finalmente abrí la puerta.

No sé si para mi buena o para mi mala suerte, Pedri estaba ahí, justo frente a mi.

— Hola — dije nerviosa.

— Hola — sonrió.

Iba a decirle que no me sentía bien, que no podía ir a la cita.

¡Quería inventarme cualquier cosa con tal de no ir y calmar los nervios que me estaban matando lentamente!

Tenía la esperanza de que él viniera aquí para cancelar la cita, pero su sonrisa me decía que eso no sería así.

— Sé que aún no es la hora — rió nervioso — Pero te quería traer algo, personalmente — sonrió extendiendo una caja para que la abriera.

— ¿Qué es esto? — pregunté sonriendo quitando la moña roja de la caja.

Él se encogió de hombros y no quitó la sonrisa ni un segundo.

Cuando terminé de abrir la caja, quise soltar una carcajada, no entendía nada.

¿Ollas?

¿La cita será de cocinar?

— Quería ahorrarte el trabajo de pensar que ponerte — se encogió de hombros — Aunque hasta con pijama te ves hermosa — sonrió haciendo que me sonrojara.

Contra Las Reglas; Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora