Capítulo 3

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—¿¡Casarme!? —exclamó molesto Hyunjin, golpeando con fuerza una mesa larga e inmensa que lo separaba de sus padres. —Pensé que no era necesario.

—No lo es. —opinó Hades desde una esquina.

—Y aun así han invitado al pretencioso de Apolo. —se quejó el pelirrojo entre dientes.

—Y tú te has encargado de dañar nuestros planes. El pobre de su hijo salió corriendo al ver tu expresión de odio. Casi parecía que llamabas a todas las almas perdidas para que lo atacaran. —intervino Perséfone, cruzando sus brazos.

—Me hubiese encantado ver eso. —sonrió Hades pero nuevamente la seriedad de su esposa logró callarlo.

—Madre, no te equivoques. —Hyunjin llevó una mano a su frente y exhaló con rudeza. —No tengo nada en contra de Jeongin, de hecho le agradezco haber salvado mi mano.

—¿Apolo es el problema? —preguntó Hades, caminando hacia él.

—El arrogante de su padre no me importa en lo absoluto. —girando su cuerpo, puso su atención en un delicado arreglo de rosas que yacía en una esquina de la sala. Su padre acostumbraba a dejarlas a diario para Perséfone, y eso lo hizo sonreír. —El plan no era casarme.

—Sigue sin serlo. —continuó Hades. —No te casarás si no lo deseas.

Hyunjin volvió a mirarlos, con el rostro pintado de confusión.

—El plan es mantener a Zeus tranquilo, si él te ve acatando sus ordenes de comprometerte, pensará que tiene poder sobre ti. —añadió Perséfone. —Empieza a juntarte con Jeongin, haz que los rumores en el Olimpo sean tan atosigantes que a Zeus no le quede más remedio que creerlos. —volteando a mirar a Hades, la pelirroja pudo notar la incomodidad en él. —Quiero que sepas que no estás obligado a nada. —finalizó con una dulce mirada ahora fija en su hijo.

Con los ojos perdidos en los de su madre, Hyunjin repasó todas esas palabras en su cabeza.

—¿Jeongin sabe de esto?

—¿Qué exactamente? —preguntó Perséfone.

—Toda esta farsa.

—No es una...

—No. —interrumpió Hades a la pelirroja que ahora apretaba sus labios, mostrándose ansiosa. —Ni él ni Apolo.

Sin la más mínima pizca de compasión por ese chico que había sanado su mano, Hyunjin guardó silencio, mirando ahora a su padre.

—No lo saben porque puede que al pasar de los días logres sentir algo por él. —insistió Perséfone, con aquella idea que para los oídos de su hijo y de Hades, era lo más descabellado de escuchar. —Jeongin se mostró emocionado por conocerte, y ni hablar de su padre.

—Madre, no habrá boda. —Hyunjin ladeó una sonrisa dedicada a ella y esta solo asintió, dándose por vencida. —Si desean que juegue, pues jugaré, pero no prometo seguir con el secreto. Si en algún momento empiezo a sentir pena por Jeongin, lo dejaré libre. —caminando a paso veloz hasta la puerta de la inmensa sala, el pelirrojo tomó la manija y se detuvo varios segundos, sintiendo las intensas miradas de sus padres traspasando su espalda. —Jeongin parece un buen chico y no quiero ser yo quien le robe su pureza, por eso y más, queda rotundamente descartada la idea de una boda. —murmuró, para luego salir del lugar, dejando a Perséfone tragando una respuesta.

Caminando a zancadas, lejos de las ideas de sus padres, Hyunjin tomó el yelmo que reposaba en una piedra cerca del río, y siguió su camino.

—Hyunjin. —la voz tan dulce y reconocida de su madrina, lo hizo detener el paso y cerrando los ojos con desesperación, giró su rostro para mirarla.

Luna del inframundo | Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora