Capítulo 24

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Changbin caminaba por los pasillos de mármol con columnas altas y estatuas majestuosas del palacio de su padre. Cuando llegó al salón principal, se detuvo para admirar la belleza de la habitación. Las cortinas de seda dorada ondeaban ligeramente con la brisa que entraba por las ventanas abiertas. Los candelabros de plata brillaban bajo la iluminación del sol de la mañana. Y aunque nunca consideró ese lugar como un hogar, lo llenaba de calma.

—¡Mi hijo sufrirá las consecuencias de tus idioteces! —la fuerte voz de su madre, logró interrumpir su paz, y girando hacia la puerta, pudo ver como segundos después Hera entró al salón hecha una fiera con Zeus siguiendo sus pasos.

Ambos se quedaron rígidos al ver a Changbin, pero el menor levantó el mentón, fingiendo serenidad.

—¿De qué hablaban? —preguntó con suavidad.

Hera, luego de dedicarle una gélida mirada a su esposo, salió del salón abruptamente. Zeus la observó hasta ver cerradas las puertas, y soltando un largo y exhausto suspiro, caminó hasta un sillón cercano. Dejando caer su barbilla en una mano, miró a su hijo con seriedad, evaluando la curiosidad en sus ojos.

—Hablábamos de Eros. —contestó— De Félix y también hablábamos de ti.

—¿Eros? —repitió confuso— ¿Qué tiene que ver Eros con Félix y conmigo?

Zeus calló por un momento, con un gesto pensativo.

—Creo que puedes imaginarlo.

Changbin se quedó mudo, intentando controlar sus emociones.

—Padre —soltó con dureza— ¿Eros tuvo algo que ver con mi compromiso? —preguntó, arrugando cada vez más su frente, pero el silencio del mayor aclaró sus sospechas— Pensé que Félix... pensé que quería casarse, o por lo menos que cumpliría con su deber. Realmente creí que...

—¿Que te amaba? —le cortó Zeus, sonriendo en modo de burla—
Hijo, eres como yo, y nadie ama a esta clase de monstruo.

El corazón del castaño dio un vuelco al escuchar las palabras frías y crueles de su padre. Sintiéndose humillado e increíblemente herido, apretó los dientes, evitando mirar directo a los ojos de su padre.

—Sin embargo, este compromiso debe seguir en pie. —agregó Zeus, levantándose del sillón— Félix se comprometió contigo y no creo que rompa una promesa. Por lo menos su padre no lo hará, no sería prudente de su parte. —sonrió con amargura, llenando una fina copa de vino.

Changbin frunció el ceño ante la revelación de su padre.

—¿Piensas casarme con alguien que no desea estar a mi lado? —preguntó, con un palpable dolor en su tono de voz.

—¡Mira a tu madre! —Zeus sonrió con burla ante la pregunta— ¿De verdad crees que ella deseaba estar a mi lado?

Changbin presionó sus labios, sintiendo como un nudo empezaba a formarse en su estómago.

—Además —continuó el mayor, tomando un gran sorbo de su copa— No puedes perder a ese chico. Nos conviene tener a Félix de nuestro lado.

El castaño guardó silencio, consciente de lo imprudente que sería llevarle la contraria a su padre. Desde que era un niño, se había acostumbrado a obedecer sin derecho a quejas.

—Y me niego a que seas humillado —siseó Zeus— No serás la burla del Olimpo, por lo que debemos evitar que Félix rompa este compromiso.

—¿Y por qué lo rompería? —preguntó Changbin, con voz dura— Desde el inicio aceptó estar conmigo. ¿Por qué de repente te viste en la necesidad de recurrir a los juegos de Eros para mantener a Félix a mi lado?

Luna del inframundo | Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora