Capítulo 20

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Tiempo atrás.

Rodeada de los infinitos colores de las flores del campo, Selene se hallaba acostada, con sus ojos explorando el cielo, el mismo que mostraba una preciosa noche de luna llena. El frío del viento la hacía sonreír, al mismo tiempo que sus oídos eran bendecidos por la danza de los arbustos; su segundo sonido favorito.

—Aquí estás. —y ahí se encontraba el primer sonido: la dulce voz de Helios— ¿Debo preocuparme por como miras el cielo? —continuó el rubio, sentándose a su lado— ¿Existe un dios entre las estrellas que planee robarte? —burló, viendo con detenimiento el cielo, pero Selene solo reía a carcajadas.

—Te esperaba. —murmuró ella, sonrojada por la risa.

Helios la miró y sonriente, se acostó a su lado, apoyando la cabeza en una de sus manos, para apreciarla mejor.

—Aquí estoy —dijo con suavidad, y la dulzura de sus ojos azules puestos en ella.

Apretando sus labios, mostrándose nerviosa, Selene se permitió evaluar el rostro del rubio. Resultaba estar en calma, su cercanía siempre irradiaba paz.

—Hay algo de lo que debo hablarte.

Helios cerró los ojos con fuerza, viéndose cómico.

—¿Ya no me amas? —preguntó, imitando un sollozo, lo que de nuevo provocó una fuerte risa de parte de la contraria.

—Nunca tendrás que preocuparte por eso. —respondió— Siempre te amaré.

Abriendo los ojos de nuevo, el rubio la miró con ojos cristalizados.

—Somos inmortales —musitó— ¿siempre me amarás?

Acercándose a su rostro, Selene robó sus labios en un corto beso que tomó por sorpresa al mayor.

—Te amaré toda mi inmortalidad —dijo, apoyando su frente a la de él— Y te amaré siendo una simple mortal, lo juro por la luna.

Helios acunó el rostro de la menor entre sus manos y se acomodó, quedando ambos sentados, con la estrecha cercanía de sus labios.

—¿Mortal? —repitió él, besando sus labios con lentitud— ¿Por qué hablas de eso? —preguntó, en medio del beso.

Selene sonrió. Los labios del mayor causaban millones de cosquilleos por todo su cuerpo.

—De eso quiero hablarte. —consiguió decir, luchando por no romper el momento, pero fue inútil, Helios se separó de ella para observarla con la confusión brillando en sus ojos.

—Empiezas a asustarme.

—No. —Selene tomó sus manos con fuerza— Desearía no asustarte con esto.

Helios se quedó callado, alzando ambas cejas, para así exigir que continuara hablando.

Llenando sus pulmones de aire, Selene bajó la mirada a sus manos entrelazadas con las del rubio, acomodando los temores que rondaban en su mente.

—Renunciar a la inmortalidad es un tema que empiezo a considerar. —dijo, con voz débil, cargada de miedo, algo que Helios pudo captar— Porque... —Selene se detuvo y subió la vista al rubio, al momento que las palabras desaparecían.

—Amor, empiezas a matarme con tus respuestas cortas. —se quejó Helios, con una leve pero aterrada sonrisa.

Selene no pudo evadir la risa, lo que empezaba a torturar más al mayor.

Luna del inframundo | Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora