XI

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—Así que... ¿ahora quieres irte de su apartamento?

HongJoong realmente no sabía si sentirse aliviado o preocupado por el leve giro de acontecimientos.

Lo último que supo es que YunHo fingiría ser el yerno perfecto para que los padres de MinGi lo dejaran en paz, pero ahora resulta que todo se había ido al demonio en un abrir y cerrar de ojos, y su mejor amigo estaba ahora en casa de su...

¿Qué se supone que eran de todas formas?

¿Amigos? ¿Amantes?

¿Casi algo?

—Sí, por eso necesito tu ayuda para encontrar un sitio propio rápido.

—¿Tan malo es? —curioso, se cruzó de brazos y observó con atención los gestos del más alto.

HongJoong lo conocía tan bien, que la mayoría de las veces podía entender mediante su lenguaje corporal, lo que no se atrevía a decirle con palabras.

MinGi abrió sus ojos con ligero espanto y negó repetidas veces con su cabeza.

—No, la verdad es que ha estado muy preocupado por hacerme sentir cómodo, pero el ambiente entre nosotros se ha vuelto algo... tenso y extraño —explicó tomando una bocanada de aire para luego suspirar luciendo cansado—. Y es por eso mismo que tengo que irme, necesito regresarle su espacio y quizá... tomar algo de distancia.

—¿Mm? —HongJoong alzó una ceja y se cruzó de brazos mientras inclinaba su cuerpo un poco más cerca de MinGi—. ¿A qué te refieres con tomar distancia?

El más alto agachó la mirada y comenzó a estirar su ropa como si aquello fuese una tarea primordial y más interesante.

—MinGi...

El aludido suspiró nuevamente y dejó caer su rostro contra el hombro de su amigo, luego de unos minutos en completo silencio, murmuró;

—Tengo miedo del montón de cosas que siento cuando estoy cerca de él.

—¿Esas son cosas buenas o malas?

—Buenas, supongo —respondió sin estar del todo seguro, negó con la cabeza y dejó salir un dramático suspiro lleno de frustración—. O quizá malas, dadas las circunstancias.

El mayor conocía la situación de MinGi mejor que nadie, tanto así que estuvo dispuesto a casarse con él si con eso lograba sacarlo de casa y alejarlo de sus padres para que este pudiese vivir en paz.

Cuando su mente viajaba a ese día en específico, siempre reía por la estupidez que estuvieron a punto de cometer, era un error y ambos lo sabían, pero en ese punto, nunca podría decir cuál de ellos estaría más desesperado por darle un fin a toda la situación.

Sabía que MinGi no era el tipo de persona que tuviera miedo al compromiso o a enamorarse, al contrario, y es que era una especie de romántico empedernido, que además adoraba recibir atención y cumplidos, pero después de tantos problemas y matrimonios arreglados, era lógico que fuese cauteloso y estuviese cansado de toda esa basura.

—Es normal sentir miedo cuando te gusta alguien, aunque lo peor que podría pasar es que no sea correspondido, lo que no es tu caso ¿verdad? —preguntó con la vista fija en un punto en la pared, su mejor amigo aún apoyado sobre su hombro.

—Pero desde esa noche es como si se hubise perdido todo el encanto y atracción entre nosotros —gimió a modo de queja y se levantó de su posición para poder apoyarse por completo en el respaldo de su silla—. Siento que cada día que sigo ahí, le da más motivos para darse cuenta de que fue un error llevarme con él, y que en realidad solo le traigo problemas.

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