VIII

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Cuando YunHo abrió sus ojos esa mañana, parecía que sus problemas habían aumentado, pero si tenía que ser honesto, no se arrepentía de sus actos siquiera un poco.

Sonrió como un adolescente bobo y enamorado cuando recordó los sucesos de la noche anterior, después de la acalorada sesión de besos que tuvo con MinGi, llegó el momento de llevarlo a casa y la verdad es que el trayecto fue algo incómodo, y tenía sentido, incluso le pidió bajar una calle antes, pero en cuanto abrió la puerta del copiloto, tomó el rostro de YunHo con ambas manos y presionó un ruidoso beso en su mejilla para luego agradecer y desaparecer luego de darle un guiño.

YunHo pasó gran parte de su noche debatiéndose si enviarle un mensaje o no, incluso luego de una larga y fría ducha siguió dándole vueltas al asunto.

Finalmente cayó dormido sin volver a tener contacto con MinGi, y así hasta esa mañana, dio un salto de la cama cuando vio la hora y corrió a darse un baño, tanto pensar en el alto y lindo omega aparentemente le habían quitado la noción del tiempo y era alguien con un trabajo al cual llegar.

Se hubiese tomado más tiempo si no fuese quien tenía las llaves del lugar, por lo que no podía permitirse retrasos.

No recuerda haberse alistado tan rápido alguna vez en su vida como ese día, la suerte parecía estar de su lado, y es que casi no se topó con semáforos en rojo, lo mejor de todo, había llegado diez minutos antes que sus compañeros.

Preparó todo, desde encender las luces, la calefacción y puso un poco de música para animarse.

Sonrió cuando recibió un mensaje de WooYoung diciéndole que estaban por llegar y le llevaban un café y donas para el desayuno.

Tarareó con alegría la melodía que se reproducía de fondo y decidió escribirle un "buenos días" a MinGi, se mordió el labio inferior mientras sonreía al escribiendo que aparecía en su pantalla.

Pero todo eso quedó totalmente en el olvido cuando escuchó fuertes gritos en el exterior, dejó todo sobre el mesón de la recepción y corrió sin pensarlo a los alaridos que ahora parecían clamar por ayuda.

Sintió su cuerpo congelarse una fracción de segundo y todo rastro de sueño desapareció con la imagen ante él.

—¡Por favor que alguien me ayude!

Se trataba de una mujer joven que lloraba sin cesar mientras sostenía entre sus brazos a un perro adulto que yacía casi sin vida a la orilla de la calle.

—¿Qué ocurrió? —preguntó cayendo de rodillas junto a ella sin dudarlo un segundo, sostuvo el rostro del animal viendo como su mirada parecía apagarse mientras este gemía de dolor.

—Ve-veníamos paseando como de costumbre y un auto pasó a exceso de velocidad —intentó explicar entre fuertes sollozos y espasmos—. No respetó el paso peatonal, yo, por favor, necesito...

—Calma, soy veterinario —dijo tanteando con cuidado al perro que no dejaba de lloriquear, cuando comenzó a hacer arcadas y salió sangre de su boca, la chica solo pudo gritar y llorar más fuerte.

YunHo no lo pensó dos veces y lo acomodó para tener su lomo en línea recta sobre el pavimento con la esperanza de que tuviese menos dificultad para respirar, un grupo de personas consternadas se reunió a su al rededor, un trío de chicas se acercaron a la dueña del perro intentando contenerla, cosa que agradeció en silencio.

Llevó su dedo índice y corazón hacia la rodilla del perro, a mitad del muslo interior en un intento por encontrar su pulso, pero en cuanto lo hizo, recibió una mordida en su mano derecha, sangraba y seguro necesitaría puntos en ella, pero no era el momento de pensar en eso ni en el dolor, el pobre animal estaba asustado y pareció usar todas sus fuerzas en clavar sus dientes sobre la piel de YunHo, así que no podía culparlo de nada.

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