CAPÍTULO 5

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Nos cuesta entender que la gente es temporal. Un día todo bien y un día nunca más.

—Ya solo te quedan tres días de los treinta —le dije a Lusian, que estaba sentado en una de las sillas de la terraza, leyendo algo en mi computadora portátil. Dejé frente a él una caja de condones sin abrir y me senté en la otra silla, intentando leer lo que veía en la pantalla.

No me miró ni me respondió. Lusian me ignoraba y no quería que lo hiciera. Sentía el vacío del inevitable final de nuestras extrañas vacaciones. Quería de su tiempo tanto como fuera posible.

No fue fácil olvidar el incidente con el feto aquel día. Yo me sentí muy alterada tras lo ocurrido, por lo que dejé a Lusian libremente en mi departamento, mientras yo dormí plácidamente en mi cuarto hasta el día siguiente. Después de eso todo transcurrió a la perfección.

Se interesó mucho en mi labor con la casa hogar y me obligó a llevarlo a La Toscana para que le enseñara la reconstrucción que estaban haciendo los trabajadores en Montieri y le di un tour por el Castillo di Fonsi. En el recorrido le expliqué un poco sobre el sistema de educación que quería emplear para los niños y cómo quería que funcionara la villa privada que se reconstruía.

Según mi mente, todo se veía fácil, pero darle voz a mis planes me deprimió un poco, ya que vi el proyecto un poco más complicado. De todos modos, Lu me animó y me prometió que me ayudaría con todo lo que se pudiera. Quería convertirse en mi asesor o algo parecido. No le di muchas esperanzas porque debía decirle que su papá era quien me estaba ayudando con la mayoría de los procesos y no sabía cómo lo tomaría. De cualquier forma, era un tema que debía tocar algún día.

Aprovechamos veintisiete días para que Lusian conociera en su mayoría Florencia.

Lo llevé a la Catedral de Santa Maria de Fiore, en la Piazza del Dumo. Ahí mi querido amigo pudo admirar con asombro la fachada en mármol blanco y verde, repleta de detalles y la famosa cúpula de Filippo Brunelleschi, construida en 1420, considerada uno de las grandes hitos de la historia de la arquitectura. En su interior, donde se encuentra la tumba de Brunelleschi, disfrutamos de las increíbles escenas pintadas del juicio final de la cúpula y subimos los cuatrocientos sesenta y tres escalones para observar la panorámica de la ciudad.

Visitamos la Campanile de Giotto, ubicada a un lado de la Catedral. Una torre de más de ochenta y cuatro metros de altura que destaca por su exterior de estilo gótico revestido de mármoles en verde, blanco y rosa, con fantásticos bajorrelieves en la parte inferior y varias hornacinas que albergan cuidadas estatuas.

Dimos paseos por las calles alrededor de la Piazza Duomo. Bajamos por la Via Roma hasta el Mercato Nuovo, donde compramos infinidad de curiosos recuerdos de cuero y flores, entre otras cosas.

No pude pasar por alto el bellísimo Palazzo Vechio, ya que había sido parte importante en la grabación de la película del libro Inferno de Dan Brown. Lusian alucinó con aquel dato, pero más lo hizo con el exterior, que destaca su robustez y su torre de más de noventa y cuatro metros de altura, dándole un aspecto de castillo. Sin embargo, lo más alucinante era su interior, repleto de preciosos frescos de Giorgio Vasari que decoran paredes y techos, además de albergar la escultura «Genio de la Victoria» de Miguel Ángel.

Nos perdimos por las noches en distintos clubes nocturnos donde bebimos y bailamos hasta el amanecer. Desayunamos en las terrazas adoquinadas de los lindos restaurantes. Pensamos en visitar algún cine, pero para mi sorpresa, Lusian estuvo tan encandilado con la historia y la arquitectura de Florencia que pidió más y más.

SIEMPRE FUIMOS (Colección Destinos #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora