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Al salir corriendo del local fui directa a algún sitio despejado, donde no hubiera mucha gente. ¿El problema? que estaba todo lleno de gente con sed de fiesta.

Mis únicas opciones eran callejones. Al dirigirme al primer callejón más cercano fue un error. Había gente teniendo relaciones sexuales.

Fui al siguiente callejón más cercano, y ahí sí, no había nadie, y podía relajarme un poco en paz. Sin darme cuenta, sentí lágrimas deslizándose por mis mejillas.

Decidí desahogarme, soltando todo lo que tenía guardado dentro de mí. Pero después de un minuto pude ver una luz que resaltaba en el callejón.

Fui en busca de esa luz para averiguar qué era mientras que me iba relajando.

Al llegar a mi objetivo vi un pequeño hueco en el suelo donde, dentro de esta, se podía notar una gran iluminación. Lo toqué, haciendo que la pequeña brecha se hiciera más grande provocando mi caída hacia lo que parecía un árbol grande.

Cayendo sobre todas las ramas que el árbol contenía, haciendo heridas sobre mi cuerpo, pude ver un poco cómo era lo que me rodeaba.

Era como otro mundo, en el cielo se encontraba un sol que hacía que hubiera mucha iluminación, cerca de mí habían casas no muy grandes, haciendo que lo primero que se me pasara por la mente fuese un pueblo.

Al caer por fin en el suelo, debajo de mí se encontraba una hierba limpia. Estaba muy desubicada, me dolía el cuerpo entero.

En busca de respuestas sobre mi confusión pude diferenciar una figura que yacía de pie enfrente mía con cara de preocupación. No era humano, tenía unas orejas peludas lobunas y una cola que salía por la parte trasera de este hombre pelirrojo. Detrás de él habían 4 personas más, un rubio con un rayo de color negro en el pelo con orejas de gato al igual que su cola, un pelinegro con un pelo que le llegaba hasta los hombros con orejas y cola de perro, una chica con el pelo rosa con ojos de gato a la vez que sus orejas y cola, y al lado de esta, un rubio con cara de enfado con orejas y colas lobunas como el pelirrojo.

- ¿E-está bien, señorita? ¿De dónde apareció?- dijo el chico que estaba enfrente mía con cara de gran preocupación.

Yo sin embargo, tenía los ojos rojos de llorar, con las mejillas húmedas debido a las lágrimas, y con una expresión de miedo.

- Qué cojones... - solté.

Lo único que rondaba por mi mente era que esto era un sueño. Pero sin previo aviso, el pelirrojo se sentó al lado mía y me tocó la mano para que volviese a la realidad.

Su tacto se sentía muy real, sus manos eran suaves y grandes, con unas garras que parecía que te iban a arañar en cualquier momento.

Le miré a la cara, su rostro desprendía una paz inhumana, con esos ojos color rubí preciosos que me miraban fijamente.

- ¡Ella no puede estar aquí!- gritó el rubio que estaba al lado de la pelirosa.

- Por mucho que no me guste, Bakugō tiene razón, es peligroso.- dijo la chica.

- Pero... mírala, está asustada, no sabe dónde está. Por mucho que sea peligroso tenemos que ayudarla.- soltó de sus labios el chico que se encontraba enfrente mía.

- Pues entonces tenemos que actuar rápido, antes de que alguien nos encuentre.- dijo el otro rubio con un rayo en el pelo.

- ¿Y a dónde podemos llevarla?- preguntó la pelirosa.

- ¡Ah! Ya sé dónde podemos.- contestó el hombre gatuno rubio.

Yo, sin embargo, mientras ellos discutían sobre qué hacer conmigo, aproveché para escapar lo máximo que podía.

Pero, en cuanto dí unos 20 pasos corriendo sentí unas manos en mi cintura, sinsteniendome fuerte.

Giré la cabeza y ví al hombre lobo pelirrojo, con su cara a escasos centímetros de la mía.

- ¡Suéltame!- grité

- Shh... Solo queremos ayudarte, no te vamos a hacer nada

- ¿¡Cómo pretendes que te crea!?- dije mientras forcejeaba su agarre.

- Ehmm no sé, pero, no vamos a hacerte daño, y queremos obtener respuestas de ti al igual que tú de nosotros.

Decidí relajarme, a lo mejor estaba cavando mi propia tumba, pero de todas formas, tenía que arriesgarme, porque sino, ¿a dónde tenía pensado irme?

- Vale...- dije en un susurro.

El pelirrojo me soltó de la cintura y acto seguido me agarró de la mano.

- ¡Sígueme!- oí del pelirrojo.

Le seguí, íbamos en un paso rápido, incluso diría que estábamos corriendo. Nosotros seguíamos al rubio del rayo en el pelo.

•••

Después de por lo menos 20 minutos corriendo, llegamos a un lugar muy idílico.

Estaba todo rodeado de árboles, había un río muy limpio y al lado una cabaña lo suficientemente grande como para que vivan dos personas.

- Es aquí.- soltó el hombre gato mientras intentaba recuperar el aire.

- Bien, pues... vamos a entrar en la cabaña, ¿no?, y así empezamos ya.- dijo el pelirrojo que aún no me había soltado la mano.

Al entrar en la cabaña, pude ver que era todo de madera, había un sofá y a los lados dos sillones con un cojín para no estar incómodo al sentarte. También, habían dos habitaciones más, con las puertas cerradas.

Nos sentamos en el sofá y en los sillones. Yo decidí sentarme en un sillón, y uno del grupo de estas personas extrañas se sentó en el suelo debido a que no había más sitio.

- Perfecto, ahora sí.- dijo el hombre pelinegro que hasta ahora había permanecido en silencio.

- Sabéis perfectamente que no deberíamos hacer esto, nos estamos involucrando en algo ilegal. Si nos pillan, nos van a arrestar.- añadió el hombre lobo rubio.

- Lo sabemos, pero, tenemos buen corazón y, por mucho que en la sociedad no esté aceptada el tema de los humanos, yo los acepto. Y sé que vosotros también, pero tenemos que ayudarla de alguna forma, o la matarán.- dijo el pelirrojo mientras lanzaba algunas miradas hacia mí y hacia su grupo.

- ¿Tanto te importa una simple humana?- le contestó el rubio.

- No es porque sea humana, sino porque es una vida más.

Continuará...

TRAS LA LUZ | Kirishima EijiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora