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Aquel hombre tenía el pelo un poco largo y de un rojo intenso, sus ojos eran dorados y relucientes como el oro, su mirada era intensa y vestía con unos ropajes elegantes acompañados de una capa peluda que hacía juego con el color de su pelo. Y era ¿humano?

¿Cómo era posible de que específicamente el Alto Rey fuera un humano? Se supone que estaba prohibido.

Los guardias me soltaron en frente de él, y se pusieron detrás de mí para evitar cualquier escapamiento no deseado.

- Sabía que te iba a encontrar tarde o temprano.- dijo sonriendo mientras se dirigía hacia mí.

Se puso delante de mí dirigiendo su mano derecha a mi mentón levantándome así mi cabeza para mirarle a los ojos. Él era alto, me sacaba una cabeza y se podía apreciar que era joven.

- Oh, mi querida _____, sabía que no estarías muy lejos.- me dijo mirándome a los ojos sonriendo.- Has sido la humana elegida para ser mi esposa y para que tengamos muchos sucesores.

- ¿Q-qué...?

Estaba atónita, me esorprendió bastante ver que el Alto Rey fuera un humano, y también de que dijera aquellas palabras. ¿De que sea su esposa y que tenga hijos con él? Si es así, espero que esto sea un puto sueño.

- Vas a estar alrededor de muchos lujos, y vas a quedarte aquí para siempre.- dijo el hombre que se hacía llamar Rey.

¿¡Para SIEMPRE!? ¿Esto es algún tipo de broma? Pensaba que estar aquí 10 años era ya suficiente tortura, pero no, por lo visto puede haber algo peor.

Sin darme cuenta, empecé a negar con la cabeza. Las palabras no me salían de la boca, así que inconscientemente intenté negarme a todo lo que él dijo.

- No servirá de nada negarte a hacer algo al que YO te estoy obligando. Es una pérdida de tiempo.

¿Y que se suponía que iba a hacer ahora? ¿Tirarme por alguna ventana y rezar para que muriese en el intento y no quedarme inválida?

No tenía muchas opciones presentes, pero en el fondo de mi corazón tenía alguna esperanza en que mis nuevos amigos viniesen a ayudarme. Tal vez me equivocaba pero pensaba en eso para aferrarme a alguna oportunidad de escapatoria a este infierno.

- Llévenla a su aposento.- dio la orden aquel pelirrojo mirando a los guardias que se mantenían inmóviles detrás mía. - Ah, y tratarla con mucho cuidado. Es muy preciada.- dijo mientras me acariciaba la mejilla izquierda.

Acto seguido, los dos guardias me cogieron de los brazos débilmente, mientras me escoltaban a mi habitación.

•••

Después de 2 minutos llegamos. Los guardias me soltaron y abrieron la puerta para que entrase y me instalara.

Al entrar cerraron la puerta rápidamente y escuché como la cerraban con llave. Por lo visto, era una presa.

Observé que era una gran habitación, era igual de grande que la cabaña en la que anoche dormí. Y al recordar aquella cabañita no pude evitar ponerme melancólica, necesitaba a Kirishima.

Sabía que le había conocido ayer, pero me había transmitido una gran confianza, y no podía evitar sentirme algo atraída hacia aquel chico.

Decidí sentarme en la cama para hacer algo, ya que estaba quieta en frente de la puerta cerrada, observando la enorme habitación.

Había, un enorme armario, un tocador, mesitas de noche, una alfombra, una estantería llena de libros, un balcón y obviamente, la cama.

TRAS LA LUZ | Kirishima EijiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora