Página 3

768 54 1
                                    

Pude apreciar que después de esa discusión rápida pero con muchas palabras el grupo de las personas - animales estaba de acuerdo con el lobo que desde el principio me acogió.

- ¿Cómo has llegado hasta aquí?- empezó la ronda de preguntas la pelirosa.

- Pues... n-no sé, yo... estaba en un callejón y ví una luz al fondo, me acerqué a ella, y era como una brecha. Y al tocarlo, se abrió y caí, así encontrándome con vosotros.

- ¿Por qué estabas en ese callejón?- preguntó el rubio.

Me puse nerviosa, ¿por qué tenía que contarles mi vida privada a unos desconocidos? Y además de desconocidos, seres raros con colas y orejas de animales.

- Estaba ahí por una cuestión privada.

- ¿Estabas teniendo relaciones sexuales con alguien en ese callejón?- preguntó el hombre gato.

- ¡No!- corregí de inmediato. - Es por otra cosa.- dije mientras recordaba los dolorosos momentos antes de llegar a ese dichoso callejón.

- No es por presionarte, pero, nos gustaría saber la razón, ya que no confiamos en tí.- dijo el hombre pelinegro mientras me miraba fijamente a los ojos.

- Al igual que yo no confío en vosotros.

- Vale, bueno, da igual.- se rindió el chico.

- ¿Qué sois?- pregunté.

- Somos mitad y mitad de diferentes especies.- respondió el chico pelirrojo. - ¡Por cierto! Me llamo Eijirō Kirishima.

- Yo soy Ashido Mina.- Le siguió al chico la pelirosa.

- Yo Kaminari Denki.- dijo el hombre gato.

- Yo Hanta Sero.- se presentó el chico pelinegro.

- Katsuki Bakugō.- se presentó el último el hombre lobo rubio.

- Yo soy ______ (t/n) ______ (t/a).- me presenté.

Estaba anocheciendo,  y aún tenía muchas preguntas sobre este nuevo mundo tan desconocido en los humanos.

¿Por qué ellos saben sobre nosotros, pero nosotros no sabemos sobre ellos? Me pregunté.

- Bien, tenemos que irnos ya.- dijo el rubio.

Y poco a poco se fueron yendo, quedándome ahí. Pero, el chico pelirrojo decidió quedarse, mientras me miraba fijamente.

- ¿No te vas?- le pregunté.

- No, no quiero dejarte sola.

- Ah...- salió de mis labios sin previo aviso. - ¿Qué día es?- pregunté, teniendo curiosidad si los dos mundos estaban conectados.

- Hoy es viernes.

Vale, están conectados los mundos, excepto por el horario.

- ¿P-por qué tu mundo sabe sobre los humanos, pero nosotros no sabemos sobre vuestro mundo?- pregunté con gran curiosidad.

- No tengo idea, pero, lo que sí sé, es que los humanos en este mundo están prohibidos, por decirlo de alguna forma.- respondió el chico con gran sinceridad.

- Entonces, si alguien más me ve, ¿me matarán?

- Desgraciadamente sí, debería cambiar nuestra sociedad.

- Oye, ¿no te tienes que ir?- volví a hacerle otra pregunta.

En ese momento, creo que Kirishima se estaba dando cuenta de que mi mente estaba llena de dudas.

- Tranquila, vivo solo. Puedo quedarme todo el tiempo que desees.

- Gracias...- añadí.

Kirishima me había demostrado su confianza, a lo mejor me he confiado demasiado rápido, pero no podía evitar sentir ese confort con él.

- ¿Qué edad tienes?- le pregunté.

Sabía que iba a estar un buen rato preguntando cosas para obtener respuestas de él.

- 19, ¿y tú?

- 18.- le respondí

Nos quedamos un rato callados, escuchando cómo transcurría el agua del río desde la pequeña cascada.

Cuando de repente, veo que Kirishima se sonroja, mirando hacia una esquina de la cabaña.

En ese momento, recordé mi vestuario. Era la ropa que llevaba para el trabajo, y tras la caída se hicieron algunos agujeros por culpa de las ramas de aquel árbol.

Intenté taparme lo máximo con mis brazos.

- P-perdón, es que... el jefe de mi trabajo me obliga a ir vestida así.- dije con las mejillas rosadas.

- ¿Te obliga?- preguntó. - ¿Pero qué tipo de jefe hace tal cosa?

- Uno pedófilo.

- ¿Y cómo has podido estar trabajando con ese vestuario? Seguramente te sentirías incómoda.

- Es que no me contrataban en ningún otro lugar, y sí, era horrible. Era un bar, y en cada momento sentía las miradas de los hombres borrachos sobre mis pechos.

- Creo que en esta cabaña hay algo de ropa.- dijo Kirishima mientra se levantaba dirigiéndose a una de las habitaciones con la puerta cerrada.

Decidí seguirle, quería investigar un poco la cabaña, ya que suponía que iba a estar en ella durante un tiempo.

Al entrar en la habitación, vi una cama doble en medio de esta, con unas sábanas preciosas, a los lados de la cama se encontraban unas mesillas de noche con una lámpara, y al lado de la puerta había un armario.

Kirishima abrió el armario y vio que no había nada de ropa.

- No hay nada, pero...- dijo mientras se quitaba la camiseta dejando al descubierto su trabajado abdomen.

No pude evitar sonrojarme, mirando inconscientemente su perfecta tableta.

- Eh... ¿hola?- dijo Kirishima con un rubor en sus mejillas mientras sacudía su mano enfrente de mi cara.

- ¡Ah, perdón, perdón!- solté totalmente avergonzada mirando hacia otro lado.

El pelirrojo se pasó la mano por la nuca mientras reía ligeramente mirando mi reacción.

- Toma, puedes ponerte mi camiseta para que estés más cómoda.- dijo el hombre lobo.

- No, gracias, no es necesario.

- Que si mujer, puedo sentir que estás un poco incómoda.

- B-bueno, gracias...

Y ahí nos encontrábamos, a la luz de la luna que pasaba a través de los dos cristales que habían en la habitación. Mirándonos a los ojos, y sonrojados.

Me puse en una esquina de la habitación para quitarme mi camiseta y ponerme la suya. Al moverme Kirishima lo entendió y salió de la habitación cerrando la puerta detrás de sí.

•••

Una vez que ya me puse la camiseta del pelirrojo que me esperaba detrás de la puerta salí de la habitación.

- ¿P-puedes quedarte a dormir?- le pregunté con un gran valor que ni yo me lo creía.

Pude ver en su rostro cómo se sorprendió ante mis palabras.

- ¡Claro!- contestó con una gran sonrisa que enseñaba sus colmillos afilados. A la vez que se podía ver cómo su cola lobuna se movía de un lado a otro.

Me dirigí hacia la habitación, y me senté sobre la cama. Dí con la palma de la mano unas palmadas a mi lado, indicando que quería que se sentara conmigo, a la vez que dormir.

No quería dormir sola, y menos si estoy en un mundo completamente desconocido y en medio de un bosque alejado de la civilización.

Continuará...

TRAS LA LUZ | Kirishima EijiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora