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Para que veáis que soy buena persona, subo nuevo capítulo, voy por el nueve en realidad, pero voy subiendo poco a poco :)

Este capítulo es para esa amiga que me escucha siempre hablar de libros y de mis novelas, a pesar de que no lee mucho y que también se lee mis libros, me da ideas y me motiva a seguir <3

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Son de nuevo las nueve y veinte de la noche, el día ha sido algo aburrido y básico pero he podido liberar toda la mierda que se ha ido acumulando. He estado casi todo el día con mis auriculares puestos y haciendo skating. Desde la llegada de Lúa, me he estado sintiendo mejor conmigo misma y con el ambiente, por no hablar de la enorme diferencia que hay cuándo tienes compañía en tu vida, hasta hace un par de días no tenía a nadie al lado, no hablaba con nadie y ahora tengo nuevos compromisos con una chica — que considero mi mejor amiga ya, para qué negarlo, me encariño fácilmente — que me ha ayudado a socializar y a salir de mi burbuja.

Quedan apenas horas para la extraordinaria quedada en la que, vamos a cocinar. Sí, por si alguien lo dudaba, sí, he comprado un extintor.

Suspiro y me lanzo al sofá, haciendo mi cabello recién planchado contacto con la tela de la manta que hay encima lisa de color gris. El salón es hogareño, no muy luminoso pero tampoco cómo una cueva, un sofá de terciopelo azul, pero con la manta gris por encima, tarima marrón oscura, una pequeña mesita negra con una vela encima para decorar, una estufa, una mesa con sillas, unas enormes cristaleras enmarcadas con bordes negros que tienen unas vistas preciosas — por ahí no salgo al balcón, el balcón está en el piso de arriba, en mi cuarto, pero la cristalera de mi cuarto es igual a estas del salón — y por último, una fina alfombra suave de piel degradada entre marrón y blanco.

Tengo mi teléfono en la mano y nada productivo para hacer hasta dentro de hora y media así que empiezo a buscar recetas en Internet de cómo hacer pastas de té fáciles. No miro solo en una, miro en varias para comprobar si la receta está bien o mal redactada, y en caso de que en todas pongan lo mismo, elegiré la que mejor pinta tenga la foto, es de primero de cocineros.

Aparentemente, la receta es de unas galletas de mantequilla o pastas, es lo mismo, según la página, se necesitan supuestamente, doscientos gramos de mantequilla, cien gramos de azúcar glass, un huevo grande — no han pensado en la gente con la mente turbia cuando lo escribieron, al parecer —, trescientos cincuenta de harina de trigo, una cucharada de café de aroma de vainilla, una cucharada opcional de azúcar avainillada y decoración cómo pepitas de chocolate, bolitas de colores...

Maldigo hacia mis adentros, lo tengo todo menos el dichoso café de aroma de vainilla y creo que de decoración tengo poca cosa. No voy a salir a la calle — sí, para comprar salgo del bosque cómo cualquier persona normal — a comprar cualquier cosa que dudo que sea imprescindible para la receta, le preguntaré a Lúa si tiene de eso y listo. Busco su contacto y la llamo, no quiero perder tiempo en ello. Me espero su voz alegre cómo respuesta, pero no.

— ¿Sí? — Sorpresa número uno: ha cogido el teléfono en dos segundos, cosa no propia de ella, sorpresa número dos: me contesta una voz ronca, masculina y suave, y que yo sepa, su voz no es así a menos que esté poseída y este bosque es tan miserable a nivel de población que ni el mismísimo Demonio lo conoce.

— ¿Lúa? — Pregunto por ella, mi observación más lógica es que haya contestado otra persona —. ¿Está Lúa?

— Mi hermana se está duchando — sorpresa número tres: responde Kayden la llamada, lo bueno es que Lúa no está poseída —, ¿qué necesitas?

Eh-mm... — socializar sigue sin ser lo mío, lo de Lúa fue un espejismo. O quizá porque su voz me pone nerviosa y mi cabeza que no para de imaginarlo... —... ¿Cuánto tardará Lúa?

Cuando las estrellas dejen de brillar (destacada de ROMANCE JUVENIL 2023) [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora