Ye Mi es un asesino despiadado cargando todo el tiempo el peso de sus acciones, después de irse a Hong Kong para iniciar una nueva vida, nuevamente los incidentes regresan, arrastrándolo de vuelta, pero esta vez no tiene en cuenta que el destino le...
-Ellos ya saben de nosotros- fue lo que atinó a decir antes de quitarse el saco y caminar en dirección a su habitación, colocándose frente al lavabo para limpiar sus manos que estaban teñidas de rojo.
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Una semana exacta había pasado desde el incidente y Xiao estaba a punto de irse de nuevo a Shanghái; Zhoucheng se había contactado con él y era hora de volver al trabajo, así que, decidió ir a aquella casa que para él era una prisión, a despedirse de su hermana.
-A-Xiao ¿Vendrás pronto a verme?
-Sí, no te preocupes. Regresaré pronto...- sonriéndole de la manera más dulce posible, mientras acariciaba su mejilla con delicadeza.
-Te estaremos esperando, y recuerda contactarme al finalizar tu trabajo- ahora la voz que sonaba era del hombre canoso quien lo veía con una sonrisa fingida de empatía, sabia a lo que se refería con "trabajo".
-Sí. Hiroshi-san
-Te está esperando Yue en el auto para llevarte a la estación de tren.
-No es necesario, puedo tomar un taxi.
-De ninguna manera- su mirada se había vuelto severa, así que Xiao solo desvió la mirada-Deja que te lleve - aun así, su voz sonaba amable.
-Bien, entonces, me voy.
-Buena suerte hermano- dijo la castaña al momento de darle un abrazo y susurrarle -Espero que pronto me presentes a la persona que te gusta- rematando con una sonrisa cómplice, que lo hizo voltear y caminar por el patio hasta la salida sin decir nada más.
Ya en la parte de fuera, un auto negro lo esperaba.
-Gracias por llevarme Señor Yue- fue lo que pronuncio el conductor de tren al entrar al vehículo.
-Son ordenes del Jefe- dijo el hombre de manera monótona, comenzando a conducir.
-Lo sé...- admirando el paisaje a través de la ventana.
-Debes tener cuidado. Mando matar a todos los involucrados en el incidente del tren. Sí das un paso en falso también podrías acabar como ellos. El pelinegro no dijo nada, pero sus puños estaban fuertemente apretados -Lleva a cabo el trabajo como se te indico.
-Entiendo. Maestro, por favor, cuide de mi hermana.
-No te preocupes.
Finalmente, ambos llegaron a la estación de Kowloon, así que, el capitán se bajó del auto haciendo una reverencia con la cabeza al mayor y comenzó a caminar lejos de ahí, ante la mirada atenta del castaño.
-¡¡Xiao!!- su amigo agitaba la mano en el aire al momento de verlo, así que se acercó rápidamente - ¿No te has puesto el uniforme? ¿Seguro que ya estás listo para regresar al trabajo? - su mirada reflejaba un poco de preocupación ya que su semblante no se veía bien.