Ye Mi es un asesino despiadado cargando todo el tiempo el peso de sus acciones, después de irse a Hong Kong para iniciar una nueva vida, nuevamente los incidentes regresan, arrastrándolo de vuelta, pero esta vez no tiene en cuenta que el destino le...
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-¿No se ha olvidado de mi Sr. Xiao?- el hombre calvo estaba a la espalda del pelinegro y estaba a punto de dar un segundo disparo, pero el conductor se interpuso, y el disparó llego a su pecho, con las fuerzas que aún le quedaban, tomó por primera vez el arma sujeta en su muslo y disparó directamente a Lou, quien se desplomó en el suelo; Xiao recordó las palabras de Yue:
"-Hay un método más que puedes utilizar, pero tarde o temprano para salvar a las personas importantes para ti, debes sostener y disparar un arma.
-Entiendo. Lo haré- por fin en sus ojos acaramelados se dibujó decisión."
-Lo hice... salvé a la persona más importante para mí...- pronunció en un leve susurro antes de quedar inconsciente.
Ye Mi soltó un grito ahogado, de inmediato acudieron Zhoucheng y He ante el sonido del arma, ambos corrieron hasta los dos chicos.
-¿Qué fue lo que pasó?- dijo horrorizado el policía.
Ye Mi se lleno de un miedo que solo fue reflejado en sus ojos, sus manos temblorosas se aferraban al cuerpo de Xiao que ya se encontraba inconsciente y lágrimas silenciosas salían de sus ojos una tras otra, como un animal cuidando lo más valioso de los depredadores, su aura se hizo imponente, las voces se escuchaban a lo lejos.
-¡Rápido, llamen a los paramédicos, tenemos personas heridas aquí!- gritó con todas sus fuerzas y autoridad Zhoucheng, no pasaron muchos minutos, antes de que, un par de médicos y auxiliares con una camilla, llegaron, pero se quedaron estáticos ante la escena.
El Director He se puso de cuclillas a la altura del pelinegro quien no reaccionaba, sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero no emitía ningún sonido.
-Chico. Debes dejar que lo atiendan. Sí no lo haces, podría morir. Su herida se ve muy mal- la voz del mayor era tranquilizadora y paciente, poco a poco retiro sus manos e hizo una señal a los paramédicos para que se lo llevaran.
Los ojos del pelinegro estaban vacíos, su semblante frio no reflejaba nada, el terror se apodero de él, recordó su pasado; la perdida de sus seres queridos pasó ante sus ojos, estaba estático, apenas podía escuchar al mayor hablarle.
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