Cap. 7

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Mientras tanto en Hong Kong, Ye Mi y Haikuan ya se encontraban en la dirección escrita por el Director He, era un barrio casi desolado, pero había una que otra posada y establecimientos. Cerca se encontraba un hostal donde se suponía era la base de operación del grupo rebelde japonés; ambos estaban armados y se miraban uno a otro, esperando la mínima señal para entrar al lugar.

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El castaño hizo una seña con la cabeza y comenzó a caminar por la calle, mirando en ambas direcciones, seguido de cerca del pelinegro, un hostal con las luces encendidas fue el que llamo su atención, así que decidieron entrar en él.

-Bingo, cuida tus espaldas- le dijo en voz baja Haikuan al momento de caminar hacia los hombres, que de inmediato al verlos entrar, voltearon con mala cara.

-¿Quiénes son ustedes?- dijo amenazante uno de los hombres, el idioma con el que hablaba era japonés.

Todos los presentes se pusieron alerta y algunos sacaron sus armas, apuntándoles con ellas, estaban totalmente rodeados; Ye Mi en un rápido movimiento saco su pistola de la funda pegada a su torso, comenzando a disparar al igual que su compañero; esquivando y golpeando a quien se le pusiera en frente, uno de los hombres que se encontraba un poco más alejado, les apuntó, logrando rozar el brazo derecho del pelinegro, permitiendo que varios tipos lo sujetaran y comenzaran a golpearlo; ante la situación, Haikuan empezó a disparar y pelear cuerpo a cuerpo, separándolos de su compañero, cuando de repente, sintió su pierna caliente y un rastro de sangre comenzaba a brotar del muslo.

En ese instante Ye Mi, se levantó, golpeando a los hombres uno por uno, protegiendo con su cuerpo para que no se acercaran a su compañero, sus puños directo a su cara, mientras con su arma derecha apuntaba a sus costados, derribando a los hombres que se acercaban.

-Recuerda dejar algunos vivos- dijo Haikuan al momento que sacaba un pañuelo y lo envolvía en su muslo, tomando su arma nuevamente para atacar a los hombres que continuaban viniendo.

Después de un rato ambos estaban sangrando en partes de su rostro y se notaban varios moretones, lo más grave era que uno estaba herido en el brazo y el otro en la pierna, pero ya todos los japoneses que los atacaron yacían en el suelo, un rio de sangre se extendía por el lugar, algunos inmóviles y otros quejándose de dolor.

Ye Mi saco la cajetilla de cigarros de su bolsa, y se colocó uno en su boca, a la vez que le ofrecía uno al castaño que acepto, tomando su encendedor para prender el cigarrillo de ambos. Aspirando el humo, observaron el desastre que tenían a sus pies y Haikuan caminó hasta lo que se suponía era la recepción del lugar para tomar el teléfono y marcar.

-Director, está hecho. Aunque, pienso que se nos pasó un poco la mano- dejando escapar una pequeña risilla, seguida de una queja de dolor, mientras observaba lo que habían hecho.

-Esperen a que lleguen por ustedes, espero que hayan dejado informantes vivos.

-Jejeje. Los dejamos, pero, si no se apresuran puede que ya no lo estén.

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