—Quiero decir la verdad.
El campamento fue cancelado. Justo a las 8:30 AM, todos fuimos levantados con el sonido de una alarma a través de un altavoz. Adormilados, salimos de las cabañas, el consejero nos sonrió y nos dijo que nos arreglaramos, luego fuéramos al comedor.
Ahí pasó lo que no me importaba y que había olvidado: notaron que Nacho no estaba.
Miré la comida, era un sándwich con lechuga y tomate, fue como volver a cuando mi papá me cocinaba. Dejé a un lado de recuerdo y comí el sándwich como tanta tranquilidad que por un momento me sentí que no estaba en el mundo.
Cuando el desayuno terminó, llamaron cabaña por cabaña, primero la de las chicas por orden alfabético. Resulta que la cabaña Amarillo —la mía— era la primera. Nos sacaron de la cabaña y nos llevaron a la oficina del consejero, donde se encontraba el mismo y un policía de la zona.
Yo fui la última en pasar.
—Estás en todo tu derecho de hablar, Muset —me dijo la mujer vestida de policía, me miran por arriba de sus lentes creyendo que me intimidaria.
Pasé cosas peores, oficial.
—Anoche me salí de la habitación para encontrarme con Ignacio Cold —confesé—. Cómo a las 9:30 PM, cuando nos aseguramos que nadie estaría despierto.
—¿Ustedes mantenían una relación?
—La relación que teníamos era de amistad, éramos mejores amigos —tragué saliva, me hacia la que me afectaba la noticia, pero el verdadero sentimiento era el recuerdo de todo lo que me hizo—. Pero de vez en cuándo la amistad desaparecía y solo éramos él y yo...
Ellos de inmediato entendieron a lo que me refería.
—¿A donde fueron?
Quería hacerme la dura porque, en realidad, contar ese tipo de cosas personales nombre lo mío, me costaba.
—Primero estábamos detrás de mi cabaña —suspiré, sentía la mirada del consejero y de la policía sobre mí, juzgandome—. Todo iba realmente bien, pero como veía que el ritmo de la situación cambiaba, me propuso ir a el bosque porque, según él, nadie nos escucharía...
Las expresiones de los mayores cambiaron.
—Y yo soy una adolescente hormonal que se estaba dejando llevar —me reí por lo bajo de mi estupidez—, acepté. Ya dentro del bosque todo se ponía mejor... Ignacio quería ir más allá, en pocas palabras, él quería tener sexo.
Me acomodé en la silla, ellos estaban muy interesados con mi narrativa. Y yo cada vez mas orgullosa de mí.
—Yo me negué. Me gustaba todo lo que estaba pasando, pero todavía no podía llegar hasta ahí —ellos asistieron. Relamí mis labios—. Él trataba de convencerme, pero me negué totalmente y corrí, salí del bosque y entré de nuevo a mi cabaña. Pensé toda la noche en lo que hice, pensé que hice lo mejor —finalicé con un asentimiento.
Ellos se quedaron en silencio, pero la policía tomó la palabra.
—¿Entonces dices que el chico puede seguir en el bosque?
—Probablemente.
La policía me dio una última mirada y tomo la radio de su bolsillo, le dijo algo y luego salió de la oficina.
El consejero me miró con cara de: les advertí que yo ya tuve esa edad y sabría lo que harían. Eso me sorprendió un poco.
—Los ví saliendo de sus cabañas —no le di el privilegio de ver mi reacción, esperé que terminara de hablar—. Los vi yendo a el bosque. Vi al chico corriendo de ti. Te vi saliendo del bosque con una sonrisa de satisfacción.
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Muset ©
Teen FictionMuset Donut, una chica insegura y débil emocional y psicológicamente. Es traicionada por sus mejores amigos, y empieza a tener ataques de psicopatía donde buscará vengarse de todo aquel que la ha hecho sentirse mal. NO se aceptan copias, plagios o a...