†Necesitamos esto para sanar†

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En el colegio, busqué a Karen.

En el camino de mi casa a el colegio escribí con una letra muy diferente a la mía, una nota haciéndome pasar por Kendall para dársela a Karen e invitarla al bosque.

¿Se nota lo mucho que me gustaba el bosque?

Esperaba ver a Mafe en el colegio, pero no lo hice. Los pasillos murmuraban que Iván no aparecía y yo haciéndole oídos sordos, tampoco sabía dónde estaba ni que hicieron con su cuerpo.

Busqué en los baños, no estaba, en el salón de Química, no estaba, en el salón de Biologia, tampoco estaba, pero recordé que a ella le encantaba el gimnasio para jugar basquetbol.

Fui hacia allá, y ahí estaba, buscando un balón. Me acerqué sin tanto apuro hacia ella. Se asustó cuando se giró y me vio.

—Ah, hola, Muset —me saludo sin tanta ganas.

—Sí, hola —le tendí la hoja—. Kendall te mandó esto, dice que no podrá ir a tu casa para decírtelo.

Sus ojos brillaron y tomó la hoja. Me di la cuenta para irme, pero Karen me llamó

—Oye, Muset... —me giré— Iván me dijo que tú y Mafe...

Asentí, lentamente.

—Oh, que bien —sonrió.

Volví a asentir y me giré para seguir con mi camino.

Mi siguiente clase era de Literatura y ahí sí vería a Mafe. Estaría todo lo que pudiera con ella y terminaría el plan, pero primero le dejaría un regalo.

En clase, un mensaje llegó a mi celular.

Kendall
Muset, si algo impide tu felicidad solo ignóralo y sigue que eso no será parte de ti al final.

Guardé el celular y miré a la nada, a veces a Mafe, en toda la clase. Eran solo las calificaciones y había aprobado Literatura con el promedio requerido.

Cuando la clase terminó, fui la primera en salir y me quedé a un lado de la puerta, esperándola. Todos salieron incluyendo Mafe, pero la jalé del brazo, ella jadeó en sorpresa, pero cuando notó que era yo, sonrió.

—Quiero besarte —susurré, mirando sus labios—, pero si nos ven...

Ella me besó, suave, como la noche anterior. Con sus manos en mi cintura, yo pasé las mías por su hombros y una vibración me obligó a separarme. Era su celular sonando.

—Tu...

Volvió a juntar nuestros labios.

—Debe ser Ramiro —explicó—, déjalo, no me tuvo por seis años y sigue vivo...

Eso me hizo reír, volví a besarla, pero eso no duró mucho, el timbre para la próxima clase sonó, haciendo que nos separamos antes que más alumnos aparecieran.

El próximo bloque lo tenía libre y dado a que me aprendí el horario de Mafe, ella también.

La tomé del brazo y la llevé conmigo a los baños. Ella no se negó en ningún momento cuando sumergí mis manos dentro de su camisa, ni yo me quejé cuando acarició mis piernas.

—Mafe... —logré decir entre jadeos, ella subió sus besos a mi mejilla— te quiero, y nunca te lo dije, pero es cierto.

La sentí sonreír en mi mejilla.

Volvería a ella una y otra vez.

†††

No podía llegar a mi casa, quizás me esperaban para mandarme a la cárcel con mi papá, así que me quedé caminando y comiendo con el dinero que quedaba para esperar la hora en la que Karen llegaría a el bosque.

Muset ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora