† De LEGO †

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El día siguiente, me quedé en la cafetería esperando a que dijeran algo por las noticias locales, pero llevaba dos horas, dos tareas y diez dólares gastados ahí y no decían nada.

La puerta de la cafetería se abrió, pero yo terminaba de hacer los ejercicios de matemáticas para el examen que tendría el lunes.

—Producto de una matriz por un escalar; menos siete por cinco, uno...

Una hoja cayó lentamente, como si la hubiera traído la brisa, sobre la mesa donde estaba. Aparté la vista de mi tarea y miré la hoja sin moverme, había algo escrito.

—Volviendo a las noticias de ayer de Nigthtown, la desgracia de la fiesta, se confirma, terminó en desgracia; el chico que se dirigía hacia el hospital llegó tarde, murió anoche a las nueve de la noche...

Waoh, eso fue rápido...

—Muset.

Golpeé el lugar de la mesa donde estaba la hija con mi palma, Iván se asustó por mi acto, y después de mirarme algunos algunos segundos, habló.

—Hola...

—Hola —arrastré la hoja hacia mí, escondidola.

Lo miré, él dirigió su vista hacia la televisión por unos segundos, luego tomo un asiento frente a mí, suspirando.

—Yo se lo advertí... —dijo Iván, un poco desorientado.

—¿Qué?

—Él sabía las reglas, nada de alcohol —parecia delirar, pero yo solo lo miraba con las cejas juntas. Él se miraba las manos, sobre la mesa—. Igual llevó su propia botella, y como nadie más quiso, él se la bebió toda.

Típico de Matteo.

—Me ofreció, a su brother, pero me negué; a mí me gusta seguir las reglas...

—Lo sé, lo sé...

Iván soltó un gran suspiro y pego su frente de la mesa. Parecía exhausto, afligido. Parecía mucha cosas que no eran él.

El silencio se alargó, él no despegaba su frente de la mesa, seguí haciendo mi tarea.

—Menos siete por cinco... Menos treinta y cinco.

—¿Mafe y tú... Tienen algo?

Su pregunta no me sorprendió, él siempre insinuaba algo entre nosotras.

—No.

Menos siete por uno... Menos siete...

—Ayer, al anochecer, cuando iba de camino a la fiesta de desgracia —rió porque así llamaron al caso de la casa de Karen—, pasé por tu casa y vi a Mafe colocándose la camisa...

Eso sí me hizo quitar la vista de mi tarea. Me detuve en seco.

—Creo que deberías implementar eso de usar cortinas...

—Oye... —traté de decir.

—No, no las juzgo —habló rápidamente—. Solo diré: lo sabía —sonrió—. Era obvio, la química entre ustedes era muy notoria.

Dejé el cuaderno a un lado, mirándolo.

—Pero...

—Tampoco trates de ocultarlo o negarlo, Muset —me apuntó con su dedo—. Tu expresión lo dijo todo cuando lo mencioné.

—Iván...

—Implementa usar cortinas y ser menos obvia, Muset —se levantó de su asiento—. Debo irme, debo ver a... Matteo.

Muset ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora