† Siempre Será †

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Cada vez faltaba menos.

Cuándo llegué a mi casa, taché la foto de Iván y solo me faltaba Karen, también taché una de las cosas que estaba en mi lista adicional.

• Besar a Kendall: ✓

Me faltaban otras, pero por el momento solo necesitaba comer. Estuve por cinco años de mi vida sin poder comer bien, debía aprovechar que tenía los Croque-monsieur de la receta familiar para saciar mis años de abstinencia.

No había recibido mensajes de Kendall, y así estaba bien, igual ya no lo vería más.

Quería hacer algunas cosas más, una de esas incluía a Mafe.

Yo
¿Puedes venir? Vamos a pasar la noche haciendo cosas que siempre quise hacer y quiero que estés presente.

Mafe no tardó en responder, parecía siempre tener su teléfono en la mano. Dijo que vendría en unos minutos. Dejé las cortinas abiertas para que entrara y seguí comiendo.

No me arrepentí de nada de lo que pasó esa noche.

Un ruido vino desde el ventanal, giré para ver a Mafe entrar y cerrar el ventanal. Traía una mochila, sus típicos jeans anchos y suéteres de lana.

¿Cómo le decía que era perfecta sin perder mi apariencia de cero sentimiento? Aunque ese día lo tomé todo y se lo entregué.

—¿Qué vamos a hacer? —puso sus manos en sus caderas.

—Muchas cosas —estaba sentada en el suelo así que palmeé un espacio a mi lado—, pero primero ayudame a armar este LEGO, es el ultimo que me falta.

Una parte de la noche pasó, le ofrecí un poco de lo perfecta que era la receta familiar y pudimos terminarlo. Lo dejamos en el piso al igual que las otras estructuras de LEGO que hice con mi tía.

Mafe se tiró a la cama, suspirando.

—Eso fue complicado —dijo, apoyando sus codos en el colchón.

—Si que lo estuvo —me acerqué a ella, chocando mis rodillas de la madera de la cama—. Lo siguiente que vamos a hacer requiere de... ¿trajiste ropa en la mochila?

—Sí.

—Perfecto, no la necesitarás —sonreí —, pero primero iré al baño.

Me di la vuelta y entré al baño, me di una ducha rápida y volví a salir, Mafe se encontraba en la misma posición: boca arriba, tendida en mi cama, débil y toda mía. Yo toda suya.

Cuando me acerqué, se levantó para sacar su celular de su bolsillo y hacer algo en él. Lo que quiso hacer fue poner una canción, quizás sabía lo que yo tenía en mente o era que ella lo hacía todo con música.

Me acomodé entre sus piernas para terminar la distancia entre nosotras, besarla y dejarla acostada como me dejó a mí la otra vez. Jugaría el mismo juego que ella empezó, pero lo terminaría bien.

Algo que me confirmó que tenía la misma idea que yo, fue que la canción que puso fue la misma con la que me sedujo aquella tarde. Jugó con algunos de mechones de cabello antes de pasar su mano a mi nuca y pegarme más a ella.

Porque suspiraba yo sabía que quería más besos, pero bajé a su cuello y le di pequeñas mordidas. Su mano abandonó mi nuca y bajó hacia mi cintura, jugando una y otra vez hasta que me quitó la camisa de tirantes tan despacio. Bajé yo también, en línea recta, rozando con mi nariz hasta su ombligo, la escuché jadear y le quité el suéter.

Esa noche me detuve las veces posibles para admirar cada parte de ella, cada parte que me mostró y me dio a conocer.

Mafe se enderezó, tomándome de la cintura, pegando nuestros pechos y nuestras frentes.

Muset ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora