† En el ADN †

11 3 0
                                    

—¿Dónde estás, papi? —le pregunté cuando volví a recuperar la fuerza de mis piernas y mi corazón dejó de la latir rápido.

—Lo siento, no puedo decirte eso... Todavía, princesse.

¿Por qué?

—Todavía no es el momento, pero pronto llegará.

Relamí mis labios, haciendo un puño con mi mano.

—Está bien, te entiendo —tomé aire por la boca—. Dis-moi si c'est toi, papa, le mot secret.

Silencio, luego un ruido estruendoso de algo cayéndose.

—Muset... Muset, oye...

Dis-moi si c'est toi, papa, le mot secret...

Y la moda se cortó. Miré la pantalla por unos segundos. Guardé mi celular y tomé aire. Esperé mucho tiempo por esto, era el momento, pero me faltaba tachar dos fotos más.

Entré a la casa, en la cocina mi tía comía uno de los panes. Me acerqué y me senté a comer, ella se veía algo incómoda por lo que acababa de pasar.

—Tranquila, entiendo que no sea el momento de decírmelo...

—Pero debes saber, Muset, que falta poco —llevó mechones de su cabello detrás de su orejas—. Muy poco, ¿si? Volverás a verlo.

Asentí con una pequeña sonrisa antes de seguir comiendo.

—¿Cuánto te quedarás?

—Me voy en la noche.

—¿Me ayudarías a armar el LEGO de tulipanes?

—Sí —asintió con una sonrisa.

†††

Esperé que todos salieran del salón para acorrarlar a Iván.

—Iván.

—Muset —asintió en forma de saludo.

Te admiro tanto, Iván, me sorprendiste. Pensé.

—Fue raro que Karen me hablara después de que, de repente, dejará de hacerlo —me encogí de brazos. Iván me miraba atentamente—. Me pidió que te dijera que fueras a el cementerio, en la tumba de Matteo...

Iván cambió su expresión y eso me confirmó que se estaba creyendo todo.

—Bien.

—Uh, a las cinco de la tarde —asentí—. Dijo que era algo muy importante.

Iván asintió y rápido salió del salón.

Me faltaba algo más...

Mili me había dejado unos cuantos Croque-monsieur para lo que restaba de la semana y un poco de la otra, pero los acabaría antes de que llegara Diciembre.

Quedaban solo dos semanas de clases, y prometí terminar con mi plan antes que terminaran las clases. Saqué algunas cosas de mi casillero, las más importantes; una foto con Mafe en su cumpleaños número 15, un dibujo que me había hecho Phoebe cuando teníamos 12 años y por último una foto de todos el verano pasado en la casa del bosque de la familia de Nacho.

Tantos recuerdos que se fueron a la mierda de un día para el otro, en las sonrisas de esas fotos solo había hipocresía... O simplemente una amistad pasajera como todo al fin.

Cerré mi casillero y me recosté de éste, bajando lentamente hasta que mi trasero tocara el piso. Todavía imaginaba verlos pasar como aquella ves por ese mismo pasillo, sin saludarme y de repente que Nacho apareciera con una paleta para mí.

Muset ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora