Especial San Valentín

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Chumphon hace 12 años atrás.

Detrás de una roca enorme acurrucado viendo el amanecer estaba un niño, no pudo evitar asustarte cuando lo vio parece un poco mayor que él y lleva un elegante traje color negro con un tocado de jazmines en el bolsillo superior del saco.

- Hola ¿Estás perdido?- dudo en hablarle pero cuando lo hizo se sintió cómodo, se acercó a él con cautela.

- No - respondio seco el mayor sin mirar hacía el otro niño que se acercaba a él.

-Disculpa, pensé que estabas perdido por tu vestimenta se nota que no eres de aquí.

- No sabía que había un código de vestimenta para poder pasear por este lujar-

- Perdón si te incomode seguiré mí camino para terminar mis recados- el más chico retomo sus pasos en camino recto, el mayor lo miró y le dio un poco de gracia como su short y su camiseta eran grandes, parecía un pequeño fantasma con esa ropa tan holgada. Se notaba que era de clase baja, hasta las chanclas le quedan grandes.

Lo vio alejarse y suspiro tranquilo, necesitaba un poco de paz para calmar su enojo con el mundo. Había presenciado la hipocresía de su padre en la despedida de su mamá. El estaba con su amante en el funeral de su mamá ¿Cómo podía pronunciar palabras de amor durante el funeral pero luego estar manoseando a esa Omega de clase baja? Nunca la aceptaría en su hogar, aparte la vio varias veces maltratar a su hermano menor y la gota que rebasó todo fue cuando escuchó que al volver a la ciudad tiraría todo lo que era de su madre a la basura y pondría sus cosas en su lugar.
Esto provocó que se revelará y le gritara a su padre que lo odiaba, que era lo peor. A cambio recibió una paliza pero escapó y encontró refugio en esa gran roca. Se imagino por unos minutos que su mamá estaba ahí abrazándolo y mirando el atardecer como cada tarde de sus últimos meses cuando ella se quedó más en su cuarto porque la enfermedad la había debilitado por completo. Jugaban a ver formas en el cielo y festejar como el sol se iba escondiendo desde el balcón de su habitación.

Quería creer que de cierta manera le había cumplido la promesa de volver a la playa y ver el atardecer juntos. Su cuerpo por los golpes le dolía pero más le dolía su corazón se sentía traicionado por la única persona que le quedaba en el mundo que se suponía que debía cuidar de ellos.
Pero la presencia de ese niño lo saco de sus pensamientos. Lo hizo reír, sin querer, estaba mal burlarse pero realmente le saco una sonrisa de mezcla de ternura y burla. Se levantó y siguió al menor, le llamaba la atención a dónde iba con tanta diligencia. Lo vio llegar a un lugar donde había varios puestos, se percató que llevaba unos tierno lentes torcidos. Se pregunto si había salido de una caricatura o por qué tenía que andar así como destartalado.
¿En qué momento se le ocurrió espiar a un isleño?

Escucho como el niño preguntaba cuánto salía una paleta pero ante la respuesta del vendedor puso una nueva triste al ver el dinero en su mano no era suficiente, al parecer al comprar el recado por el cual iba ya no le alcanzó para más. Se enternecio  ante la cara de decepción del pequeño, así que en un impulso se acercó rápido sacando unos billetes del bolsillo.

- Me da dos paletas por favor- pidió mostrando su dinero- qué sabor quieres?- miro y preguntó al más chico.

-Fres...sa- respondió sorprendido y compungido porque noto el pómulo violáceo de su joven héroe.

Caminaron juntos un poco mientras comían sus paletas, el más chico le contó las costumbres de la isla y le más grande le termino contando que estaban ahí para el funeral de su mamá. Que había ido a la playa a ver el sol ocultarse porque eso lo hacía sentir cerca de ella.

- Oh entiendo, a mi me gusta estar cerca del mar porque me siento cerca de mis padres-  dijo mientras se sentaba en la arena- aún tenemos tiempo el sol no termina de ocultarse, puedo hacerte compañía para que no te sientas solo hoy- lo miro y le sonrió de oreja a oreja.

Era la sonrisa más grande que había visto y más bella. Sintió unas ganas inexplicables de abrazar al niño y llorar, se sentía como si fuera su verdadero hogar. No podía explicar sus sentimientos en ese momento. Solo asintió con timidez ante la propuesta y se sentó a su lado.
Vieron el sol esconderse, sus manos entrelazadas y un silencio cómplice aliviaron el dolor que ambos cargaban.

- Señorito Kornwit!!!- el grito conocido de su nana lo hizo levantarse rápido.

- Me tengo que ir, prometo volver y buscarte. Me gustaría tener un esposo como tu en el futuro- le dejo un tierno beso en la mejilla y salió corriendo.

Se quedó inmóvil ante aquella confesión pero en el fondo estaba encantado con esa promesa.

- Pete!!  ¿Dónde estas?- escuchó a su abuela llamarlo y se dio cuenta que iba a ser castigado, pero está vez el castigo valía la pena.

AU - Algo De Ti - VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora