Gardenias para mi alfa

Capítulo 30 "Xavier al descubierto"

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(Gracias, leí todos sus comentarios y me hicieron muy feliz )

***

El camino de regreso a casa es borroso, la única constante es el agudo aguijón que sus secretos les había clavado.

Cierra los ojos y todavía puede ver la mirada de Louis, totalmente rota; como un muñeco de porcelana que ha caído desde lo alto, se había estrellado contra los muros de acero que el juez Harry había levantado.

Divaga por el pueblo antes de volver a casa y todo es dolorosamente familiar, el parque por donde han caminado, la estúpida fuente de los deseos que al igual que él, ha perdido sus deseos. También está la cafetería a la que Louis lo llevó la primera vez, la misma calle donde tuvo aquella crisis, la primera vez que Louis lo marcó con su aroma, mira el paradero donde Louis lo sostuvo y donde él ronroneó por primera vez.

Y duele, duele mucho.

Presiona su frente contra el volante y hasta entonces deja salir la rabia y el dolor que lo carcomían día y noche. Golpea con fuerza con el puño, hasta el punto de enrojecerlos y grita.

Grita con todas las fuerzas que le quedan, con la convicción de que ha perdido todo, con el dolor de Louis atravesándole el pecho. Impotente para defenderlo cae en la realidad de que no hay vuelta atrás, lo perdió, perdió a su alfa. Todo le indica que apostó a una venganza vana y ha salido malherido, pero su compañero quedó moribundo.

Su pecho se oprime hasta que todo estalla, el mar furioso, la marea agitada, los latidos del pecho zumbando, un lobo aullando y el otro en silencio, incapaz de responder al llamado lastimoso de su pareja.

Todo está mal.

Camina trastabillando a esa misma fuente, y la observa. El agua en calma, con el silencio perfecto que permite recordar la voz y la risa de Louis todas esas veces que han estado allí. No tiene una moneda que lanzar y aún así se sienta en el borde y llora, esta vez su plegaria balbuceada no tiene disfraces, es cruda y brutalmente honesta.

—Perdóname mi amor. Perdóname por no saber amarte. Te dije que si te quedabas iba a destruirte y, lo hice... No te merezco, pero si esta fuente es real, solo pido una sola cosa... dame lo único que he querido desde niño; gardenias para mi alfa...

Cae ante el peso de su arrepentimiento, acariciando el detonador de sus miedos que es la pérdida de Louis, golpeado por todas esas conversaciones que no han tenido, subyugados por sus propios temores y secretos.

Harry quiere creer que no es el fin, pero hay un punto donde la fé se vuelve un adorno y todo parece irremediable. Su alma se rompe un poco justo ahí, donde sin proponérselo, ha guardado los sueños que no ha compartido con su alfa, sueños de un futuro juntos, lejos del pasado que tanto dolor trajo.

La luna brilla en lo alto, extendiendo su manto brilloso al corazón de un alfa que durante semanas luchó para no enamorarse, pero que al final; cayó ante un precioso alfa que nunca se asustó de su oscuridad.

La noche fría trae una ventisca y Harry se estremece de nuevo al recordar cuán enojado estaba Louis la noche anterior, su sonrisa rota es fiel testigo de que él tenía los brazos listos para abrazarlo, pero ahora está solo en esta fuente, con un abrigo, pero sin Louis.

—Te prometo que cuando aprenda a amar bonito, tú serás el primero a quien busque.

(...)

Cuando está de vuelta en su camioneta, su teléfono suena y esta vez no ignora el correo que ha llegado desde horas atrás, observa el remitente y se da cuenta que el médico que atendió a Louis es quien le ha enviado el archivo.