Capítulo 4: El reencuentro

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"La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener."
- Gabriel García Márquez


Aedan caminaba de un lado a otro en su habitación. No recordaba sentirse tan nervioso nunca antes en toda su vida, tal vez debido a esto no notó la recóndita sensación en el fondo de su mente, una débil e insignificante pero existente conexión iluminándose tenuemente.

No sabía cómo exactamente había sucedido, pero de alguna manera su madre logró finalmente su objetivo con respecto a la Ley de Vinculación. Pero Aedan no iba a ceder esta vez, no iba a solicitar nunca la disolución de su vínculo, no importa lo mucho que temiera a su madre.

Se detuvo dubitativo y luego corrió a empacar sus maletas. Le dolía mucho la cabeza. Pero Aedan no tenía tiempo para preocuparse por eso ahora, no podía estar en este palacio cuando su madre llegará. Aedan no sabía dónde estaba su madre, pero deseó que se demorara. Tenía que marcharse lejos de su alcance.

Mientras empacaba sus pertenencias más necesarias sopesó sus opciones.

Samir estaba descartado. Acababa de irse a Aghora para pasar su luna de miel, no podía ni quería arruinar uno de los mejores momentos de la vida de su mejor amigo con sus problemas.

Luego de cavilar llegó a la conclusión de que por ahora su mejor opción era marcharse fuera de Calluvia. Tenía un amigo semibestia del planeta Tybur. Le texteo un mensaje y se dirigió directamente a la cámara de teletransportación transgaláctica sin esperar respuesta. El tiempo estaba en su contra.

Salió de su habitación y camino a toda prisa por los pasillos. Sabía que era inútil tratar de ser sigiloso, no había nada que se escapara de la vista de su madre en el Sexto Palacio Real. Seguramente ahora ya le estarían informando de su salida precipitada con maletas. Así que en lo único que podía confiar Aedan era en su rapidez para llegar al teletransportador, antes de que su madre de la orden a las IA...

- "Su alteza, por favor deténgase." - no alcanzó a terminar su pensamiento cuando dos droides escoltas lo detuvieron al girar hacia la derecha.

- "Les ordeno que me dejen pasar

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- "Les ordeno que me dejen pasar. Necesito ir de urgencia a un lugar." - dijo Aedan en un intento inútil de comandar a las IA. Sabía que su madre tenía el poder absoluto de todo dentro del palacio.

- "Lo sentimos Alteza, tenemos ordenes estrictas de Su Majestad, la Reina Regente Zeyneb, de no dejarlo ir a ninguna parte. Por favor acompáñenos de regreso a su habitación."

Aedan no espero más, no podía dejar que lo atraparan o estaría perdido. Les arrojó la maleta que llevaba con todas las fuerzas que tenía, esperando comprar, aunque sea un segundo extra de tiempo y salió corriendo en dirección contraria.

Corrió lo más rápido que podía, pero sabía que no era rival para los androides en una carrera abierta, así que sin pensarlo dos veces salto el corredor hacia el jardín occidental del palacio.

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