|MUY DESPRECIADO|

Capítulo 7: El regreso oficial de Warrehn

"Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia."
- Elie Wiesel

Le dolía mucho la cabeza.

La luz que entraba por la ventana lastimaba sus ojos sensibles. Y pronto los recuerdos de la noche anterior inundaron la mente de Aedan.

Aedan hizo una mueca al ver su vestimenta, incluso tenía las botas puestas. Pensó en como se había comportado, sobre todo con Räeesar y suspiró. Todo era un desastre. Definitivamente no era un buen comienzo del día para él.

Y no se puso mejor cuando a penas salía de la ducha y su madre tocó la puerta de su habitación.

- "Eres un estúpido, Aedan" - dijo Zeyneb ni muy bien entró en la habitación. - "Ah, estoy tan decepcionada de ti. ¿Cómo pudiste comportarte así con el Rey Räeesar? ¡¿Acaso no entiendes la situación en la que nos encontramos?! Espero que vayas a disculparte inmediatamente y le expliques que fue un pequeño desliz ocasionado por tu estado de ánimo inestable combinado con una copa de vino. Recuerda, debes hacerlo bien."

Aedan no dijo nada, no quería enfrascarse en una discusión innecesaria, su cabeza dolía demasiado. Se limitó a escuchar en silencio.

- "¡Aedan! ¡Te estoy hablando!" - Zeyneb lo agarró del brazo enojada.

- "Y yo te escuché, madre" - dijo Aedan sin mirarla. - "Ya mismo iré dónde Räeesar para disculparme, ¿no es eso lo que me ordenaste?"

- "Pues respóndeme cuando te hablé." - La Reina paso por el lado de Aedan y se paró frente a él de modo que quedaron cara a cara. - "Y déjame decirte que luces patético, en tu intento de rebelarte contra mí. Así que será mejor que cambies de una vez por todas esa ridícula actitud tuya." - la fría mano de la Reina tocó la mejilla de Aedan. - "Todo lo que hago, lo hago por tu bien Aedan. Recuérdalo siempre. Ahora ve, Räeesar está en el jardín occidental."

...

Tal como lo dijo la Reina, Räeesar estaba en el jardín occidental del palacio, absorto en un libro. Aedan lo observó mientras se acercaba. Té caliente y bocadillos servidos en la mesa del jardín. No estaba tan enjoyado como la noche anterior, pero brazaletes dorados y verde oliva adornaban sus muñecas y un anillo en forma de ópalo azul relucía en su dedo índice. Zicur era, después de todo, uno de los planetas más ricos de la Unión como el mayor exportador de perlas, piedras preciosas y metales. Era costumbre de sus habitantes siempre usar muchas joyas. De repente Aedan fue muy consciente de sus manos desnudas bajo la simple camisa blanca de mangas largas, él nunca usaba joyas si podía evitarlo.

- "Lo siento, me porté como un completo imbécil anoche, Räeesar. Te pido sinceramente que me disculpes." - dijo Aedan sin ningún preámbulo al llegar al lado de Räeesar. Estaba sinceramente avergonzado y apenado por lo que sucedió anoche. Aún si su madre no hubiera llegado a decirle que se fuera a disculpar, él lo hubiera hecho. Räeesar no tenía la culpa de su enojo. Räeesar nunca se había comportado mal con él, es más, siempre lo había tratado de ayudar en todo lo que podía.

Levantando la vista de su libro, Räeesar lució genuinamente sorprendido, al parecer había estado tan absorto en su lectura que no lo había visto llegar. - "Aedan, buenos días. Está bien, descuida, no paso nada, ya lo había olvidado."

Aedan lo miró a los ojos sin decir nada. ¿Cómo podría Räeesar estar siempre tan calmado? ¿No estaba enojado, de verdad? Una vez, durante su estadía en el internado, un compañero de clases había tirado al lago la tarea de Räeesar. Así mismo, Räeesar se lo tomó con calma. Entonces Aedan le había preguntado si los Zicurians no podía sentir enojo, a lo que Räeesar se había reído y le había contestado que por supuesto que sí. Entonces Aedan le pregunto por qué él nunca se enojaba. Entonces Räeesar solo se río y Aedan nunca obtuvo una respuesta.