Capítulo 40: Final

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"Y te elegiría a ti; en cien vidas, en cien mundos, en cualquier versión de la realidad, te encontraría y te elegiría." 

- Kiersten White


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".... Adhara es preciosa, es una dormilona sin igual, pero cuando despierta es muy tranquila." Samir conversó hacia la puerta cerrada como lo había hecho todos estos años. "Me apena mucho que te hayas perdido el banquete en honor a su nacimiento. Aedan estuvo aquí ¿sabes? Le regaló a mi princesa un joyero de lo más exquisito. Estoy seguro que a Adhara le gustará muchísimo.... Sí, él finalmente regresó, estoy muy feliz, pero mi felicidad no es completa porque tú no estás." Samir miró la silenciosa puerta cerrada, tan cerca y tan a su alcance, pero a la vez tan lejos. Él fácilmente podría abrirla, pero sabía muy bien que era el mismo Warrehn él que tendría que salir por si mismo. Esta puerta era solo simbólica, y no importaría nada si él la abría e intentaba sacar a Warrehn por la fuerza, Warrehn seguiría encerrado, pues las cadenas que lo ataban estaban en su propio corazón. Cadenas que solo podría romper por si mismo. 

"Me ha preguntado por ti... Le he dicho lo que has hecho  y ha venido a verte..." Samir no podía estar seguro si era su imaginación o si de verdad había escuchado un débil sonido proveniente del otro lado. "... Pero no te ha hablado, lo observé desde la distancia, se quedó de pie junto a tu puerta por un largo tiempo pero no te ha dicho ni una sola palabra. Se marchó después de eso." Samir calló por un momento antes de continuar. "Warrehn, ¿hasta cuándo piensas seguir castigándote a ti mismo?"

Samir colocó sus manos en la puerta cerrada y habló desde el fondo de su corazón. "Por favor hermano, regresa." Samir cerró los ojos y lágrimas silenciosas rodaron por sus mejillas, esta era la primera vez que se permitía llamar a Warrehn así, la primera vez que su conciencia culpable se lo permitía. 

Samir cerró los ojos con fuerza y apretó la mandíbula con resignación dándose la vuelta para marcharse.  Avanzó unos cuantos pasos cuando escuchó el débil sonido de una cerradura. Se detuvo de inmediato, pero no fue capaz de darse la vuelta por temor a que solo se lo haya imaginado. 

Entonces escuchó pasos acercarse detrás de él, y una voz familiar que no había escuchado en dos largos años, preguntó: "¿Crees que no sea demasiado tarde aún para conocer a mi sobrina?" 

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El ministro Valesys solicitó la palabra y Aedan sabía lo que iba a decir aún cuando este ni siquiera empezaba a hablar.

Manteniendo una expresión estoica, Aedan escuchó sacar a colación el mismo tema que el ministro había estado tratando desde hace meses atrás, y que él había evadido, poniendo excusas bien fundamentadas. 

"Su Majestad, gracias a sus magnificas gestiones el clan ha progresado a pasos agigantados, los ciudadanos están muy contentos y el corazón de este servidor no es la excepción. Sin embargo..." Ahí iba de nuevo, pensó Aedan. "Hay una preocupación que aqueja el corazón de su pueblo, de nosotros sus súbditos. Y es que usted aún no haya encontrado una pareja con quién compartir el peso de la corona y también, por supuesto, su felicidad y, no menos importante, asentar su valioso linaje."

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