Lo primero que hice al despertar fue quejarme y casi llorar de dolor por mis manos y por la pesadilla que acababa de tener.
Mientras estaba teniendo la pesadilla clavé mis uñas en las palmas de mis manos y no ayuda el hecho de que justo ayer me haya caído agua hirviendo en estas.
Me quedé en la cama como media hora porque cuando me desperté eran las 5:20 y mi día empieza desde ahora. Las 5:50 am.
Ayer ni siquiera me cambié de ropa porque sentía como si tuviera el mismo infierno en las manos, así que creo que no tengo ni porque mencionar que el solo hecho de tener que cambiarme se me va a hacer imposible.
Me las arreglo para llegar al borde de la cama y sentarme. Suspiro antes de ponerme de pie e ir hasta los cajones donde está mi ropa. Abro el cajón de los pantalones y, al igual que ayer, escojo unos leggins negros. Solo porque eran los primeros al abrir el cajón y no estaba para rebuscar entre la ropa.
Para la parte de arriba hice lo mismo solo que esta vez tenía un top sencillo en vez de una camiseta más cómoda como me hubiera gustado.
El quitarme la ropa fue fácil, pero cuando llegó el momento de ponerme el pantalón casi suelto un grito. El ardor que sentía en ambas manos era insoportable.
Subo poco a poco los leggins por mis piernas, lo cual se me hace aún más difícil dado que estos me quedan algo apretados. Sobre todo, cuando me los pongo, luego cuando pasa cierto tiempo se vuelven la cosa más cómoda del mundo.
Cuando por fin termino de subirlos del todo, tomo el top y lo paso por mis brazos y cabeza hasta que se queda atracado en la parte superior de mi pecho, unos dos dedos debajo de mi clavícula. Siento dos toques en la puerta y trato de bajar el top, pero por más que intento el maldito top no cede.
— ¿Madelaine…?
No me jodas.
¿Justo en este momento se le ocurre a Jayden Edwards venir a mi habitación?
— Un momento – el elástico del top no cede y por más que trato de bajar la prenda no logro bajarla ni un solo
centímetro.— Umm… ¿Jayden? – camino hasta la puerta y él responde casi al instante.
— ¿Si?
— Esto va a sonar muy mal y te juro que si pudiera evitarte la incomodidad lo haría, pero… me… me estaba colocando un top y no puedo… las manos me arden y no puedo…
Ay a la mierda.
Abro la puerta dejando a la vista mis pechos solo cubiertos por un sujetador negro.
— ¿Podrías ayudarme? – no puedo describir su expresión porque creo que miles de emociones pasaron en su rostro en solo tres segundos.
Esperaba que se negara, pero nuevamente me sorprendió cuando en vez de irse o algo por el estilo se me quedo mirando directamente a los ojos antes de apartar mis manos delicadamente de mi cuerpo y luego tomar el top y bajarlo por mi busto hasta llegar a mi abdomen.
— Listo.
— Gracias – ambos teníamos las mejillas completamente rosadas, no podía ver mi rostro, pero estaba segura de que así era.
De pronto él carraspeó y saco algo de su bolsillo izquierdo.
— Es una crema, la acabo de comprar en la farmacia, dicen que es la mejor.
— ¿Me permites?
Bueno, es lo mínimo que podía hacer después de que ayer casi me deja sin manos.
ESTÁS LEYENDO
Todo por Amor
Teen FictionVenganza. Eso es lo único que piensa Madison Rinaldi todos los días después de que le quitaran lo que ella más amaba en el mundo. Y los integrantes de la familia Edwards Ricci son los responsables de ello. Para lograr su cometido, Madison tendrá qu...