Capítulo 09

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Los siguientes tres días fueron muy ajetreados. Tenían que encontrar los vestidos perfectos para cada una de las integrantes de la familia Edwards.

Llegaron distintos vestidos de distintos diseñadores y marcas distinguidas que nunca en mi vida sería capaz de pagar, pero que Rafaella Edwards rechazaba a su gusto.

Uno era muy largo. Otro muy corto.

Uno era muy provocativo. Otro muy recatado.

Uno era muy colorido. Otro muy soso.

Uno era muy old-fashioned. Otro se salía de su estilo.

Uno era muy brilloso. Otro muy opaco.

Hasta que encontró el vestido perfecto.

Y si qué lo era.

Si Rafaella Edwards Ricci era hermosa ya de por sí. Con este vestido dejaba a todo el mundo con la boca abierta, incluida yo que pasé de ser enfermera a crítica de moda porque, al parecer, Rafaella quería tener mi opinión acerca de todos y cada uno de los vestidos que se probaba.

Las cosas con Coralee no fueron tan difíciles, si bien ella era exigente, no se comparaba en nada con la exigencia de su nieta.

No hablé con Jayden en esos tres días.

Esos tres días de locura.

Pero, hasta ahora, este día lo puedo describir como normal. Si es que la vida en la mansión de los Edwards se puede describir de esa manera.

Mi día empezó con la pastilla de Coralee.

Yo la veo más tranquila ahora que no habían más de 15 personas alrededor de la casa hablando de vestimenta. Y siendo sincera yo también estoy mucho más calmada ahora que esas personas no estaban en mi campo de visión.

Mirándome como si fuera un estorbo para ellos.

Me encontraba haciéndole masajes a Coralee cuando la puerta de su habitación fue abierta por su nieta.

— Madelaine, darling, te necesito en mi habitación – yo intento responderle, pero antes de que pueda hacerlo su abuela habla primero.

— Madelaine es mi enfermera no tu sirvienta.

— ¿Y quien dijo que la quería para limpiar? Quiero hablar con ella. Es mi amiga – si claro, amigas.

Si soy algo de Rafaella soy todo menos su amiga.

Ella al menos me considera así desde que me conoció, pero de antemano ella me avisó que no quería problemas con su hermano y que solo seria su amiga.

Yo, por supuesto, no podía estar más feliz de ganarme la confianza de al menos alguien de la familia.

— Puedes hablar con Madelaine aqui. Haz como si yo no existiera – dice Coralee y su nieta rueda los ojos.

— Pero... abu... ¿no quieres dormir un poco? Necesito hablar a solas con Madelaine.

— Jayden me encargó que no te dejara sola con ella – yo me cubro disimuladamente la sonrisa que se forma en mi rostro.

— Esas son ridiculeces de Jayden. No la he fastidiado para nada, ¿no es así, Madelaine? – esta vez me mira a los ojos y yo trato de ocultar mi sonrisa cuando hablo.

— Por supuesto que no – Coralee abre los ojos y me mira para confirmar lo que acabo de decir.

Asiento y la señora Ricci parece meditar su decisión un momento antes de suspirar y darse por vencida.

— Está bien, puedes ir si deseas Madelaine, pero lleva contigo la tablet por si mi presión sube.

— Claro, señora Ricci.

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